Ochenta días | yosoyPlex y adridobylus

20. China: Xi An III

Capítulo 20
Xi An III

No me estoy arrepintiendo de haberme quedado con Plex para subir la montaña. Me estoy arrepintiendo de hacer ejercicio. Las agujetas de ayer me están matando, y la caminata de hoy es igual o peor.

Estoy jodida.

La mañana ha ido bastante tranquila. Nos hemos levantado, aún un poco rayados. Yo por la situación con Adri y Dani por separarse del resto.

Le he ayudado a grabar una intro bastante melancólica, que luego tendré que editar con música triste de fondo. Después hemos cogido un taxi que nos ha costado encontrar, porque los de la recepción del hotel nos querían cobrar como cien euros y Dani se negaba pero bueno al final lo hemos conseguido. Y eso que no llevamos a Claudia traductora.

Realmente nos está salvando el culo.

¿Quién diría que en China no se habla inglés? Yo pensaba que era prácticamente obligatorio para todo el mundo.

La subida ha sido mucho más rápida que ayer.

Porque no llevabamos a Borja y Jopa básicamente. Esos dos son más lentos que el caballo del malo.

Hemos parado en el pueblo y hemos comprado comida porque no sabíamos cuánto íbamos a tardar en hacer la excursión ni nada. Dani ha cogido los huevos esos que huelen fatal y una verdura que no sé ni cómo se llama.

Mira que no soy muy exquisita pero eso no me lo comería ni aunque estuviera en La Sociedad de la Nieve.

Ya sabemos que paso cuando Adri me hizo tragarme el bicho.

Y luego hemos empezado a subir.

—Esto fue más fácil ayer, ¿o me lo parece a mí?—gruñe Dani parándose a coger aire.

—Literalmente sí.—en ese preciso instante un hombre cargado con un tronco y dos garrafas de agua sobre su hombro nos adelanta.

Pero que narices.

—Bro, ¿has visto eso?—pregunta enfocando con la cámara.

—Parece que nuestros problemas le son irrelevantes.—suspiro haciendo un esfuerzo por seguir subiendo escalones. Una vez se acabe esta tortura viene la parte de las maderas colgantes, que es la que hemos venido realmente a hacer.

Espero que sea la mitad de cansado, porque sino voy a morir. Y si muero aquí no va a venir nadie a mi entierro.

—En realidad, ni siquiera tenemos un problema. Ósea solo estamos cansados y tenemos que subir el cacho de este montaña.—argumenta Dani, no se sí la falta de oxígeno está empezando a afectarle a las ideas, pero a mí salud física sobrevivir a esto le parece suficientemente duro.

Vale que no tenemos problemas horrorosos pero aún así.

—Habla por ti.—replico.

—¿Hablas de lo de Adri? Sabes que yo te apoyo, pero no creo que sea un problema tan grande como para que no lo podáis solucionar hablando.—empieza. Como siempre la voz de la razón.

—No hablaba de eso, hablaba de mi pobre cuerpo.—le interrumpo.

—Olvida lo que he dicho entonces.—sonríe y se para a mi lado. Es imposible enfadarse con él aún cuando mete la pata. Es demasiado bueno.—Ya solo nos queda este tramo.—señala con la cabeza los últimos metros del camino, que parecen más escalada que senderismo .

—Los damos primero.—bromeo.

Ósea es broma pero no es broma.

—Está bien, pero que conste que eres una gallina.—me pica. En otras condiciones funcionaría, pero hoy no. Qué vaya el primero y si se cae yo me encargaré de enterrarle.