Ochenta días | yosoyPlex y adridobylus

40. Nueva York III*

*aviso: este capítulo contiene una escena semi +18. Se encuentra al inicio, el final de esta se ha marcado con un asterisco.

Capítulo 40

Nueva York III

Un par de besos en el cuello. Húmedos. Como caricias en la piel.

Con un gesto, el dedo encima de los labios, Adri me indica que no diga nada. Que guarde silencio y me deje llevar.

Su dedo deja un rastro caliente allí por donde pasa la yema de su índice. Primero trazando la curva de mis caderas, rodeando mi ombligo, antes de subir hacía arriba de mi camiseta.

Un escalofrío hace que arquee la espalda.

Mi movimiento invita a Dani a unirse a la acción. Sus manos viajan de mi costado, donde me tenían acurrucada en su pecho hasta mi culo. Lo agarra un segundo con fuerza antes de acariciar el interior de mis muslos con la derecha.

El calor se concentra en el centro de mi cuerpo. Las manos de Adri me invitan a quitarme la camiseta, y con su ayuda no tardo en deshacerme de la prenda.

El editor continua besando mi piel, siguiendo el camino descendiente de mi clavícula hasta que su lengua roza el comienzo de mis pechos.

Plex parece no querer quedarse atrás. Imita a su amigo y no tardo en tenerles a los dos completamente encima de mí, uno dejando una marca morada encima de corazón y el otro copiándole en el lado contrario. 

La mano de Dani que estaba en mi pierna se mueve sobre el pantalón de mi pijama, y casi sin detenerse, se cuela dentro de este, rozando el borde de lencería de mi ropa interior.

Necesito más.

Intento hablar, pedirles que me den lo que tanto ansío. Pero no puedo.

No me salen las palabras.

Espera, ¿me he quedado muda? ¿Estoy alucinando?

Es entonces cuando el mundo a mi alrededor se disuelve y me veo sumida en la más profunda oscuridad.

Mierda.

*

Me despierto sobresaltada. Lo único húmedo que hay en mi cuello es la baba de Adrián, que se revuelve en el sitio con mi movimiento brusco.

¿Qué coño acabo de soñar? Socorro.

—¿Te pasa algo?—pregunta Dani somnoliento a mi lado. La voz de dormido solo me recuerda a lo que mi imaginación acaba de poner en mi cabeza.

Tengo demasiada vergüenza en el cuerpo como para responder.

—¿Ali?—vuelve a preguntar al ver que no le respondo. Parpadea despacio, y luego fija su mirada en mi. Parece que algo hace click en su mente, porque su boca forma una sonrisa pícara.

Por favor dime que no. Por lo que más quiero, que no se haya dado cuenta.

—Estoy bien.—mascullo.

Todo lo bien que una puede estar, claro. No todos los días sueñas con que haces un trío con tus dos mejores amigos de los que estas semi-enamorada.

O igual le pasa a todo el mundo menos a mí.

—Tienes la cara del color del kétchup.—no quita la sonrisa burlona. Me está poniendo de los nervios. Más aún de lo que ya estoy. — ¿Con qué estabas soñando?