CAPITULO 5: SOLO UNA OPORTUNIDAD

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Narra Inuyasha

El insistente sonido del despertador rompió el silencio de la madrugada, marcando las 7:00 a.m. en punto. Entre resoplidos de frustración, abrí los ojos y me encontré con la penumbra de la habitación; la luz del día se asomaba por las cortinas. Sin ganas, me senté en la orilla de la cama, y el primer pensamiento que llegó a mi mente tenía nombre y apellido: Kagome Higurashi; su nombre resonaba en mi cabeza como una melodía difícil de olvidar. No sabía por qué, pero la idea de volver a verla me llenaba de una ansiedad inusual. Seguía preguntándome qué tenía esa chica que lograba perturbar mis pensamientos, además de su sonrisa inocente.

Tomé una ducha, dejando que el agua caliente cayera sobre mí como una lluvia purificadora. Cada gota que caía sobre mi cuerpo me estaba ayudando a relajarme y dejar de lado la confusión que Kagome causaba en mí. Y ahí estaba otra vez, sin quererlo, su nombre aparecía en mi mente como por arte de magia; con un movimiento rápido, sacudí la cabeza para liberarme de su recuerdo; necesitaba concentrarme en el trabajo de la empresa y deshacerme de las distracciones. Salí del baño con una tolla atada a mi cintura, y me dirigí al armario para buscar mi mejor traje formal, ya que tenía una reunión muy importante con uno de los inversores.

Una vez listo, salí de mi departamento; me encaminé hasta el estacionamiento y me adentré en el tráfico de Tokio, lleno de bullicio de las personas y de los autos desesperados por llegar a sus destinos. Mientras avanzaba por las calles, me esforzaba por olvidarme por un momento de Kagome y enfocarme por completo en la reunión con el inversor. Finalmente, llegué a la imponente estructura de cristal que albergaba la sede de Taisho's Tech. Estacioné el auto y, con la última sacudida mental para alejar a esa chica de mis pensamientos, me dirigí hacia el ascensor, dónde me encontré con Miroku.

-Inuyasha -Me saludó con gran entusiasmo, en respuesta, moví la cabeza con una gran sonrisa dibujada en mi rostro, él me miró extrañado- ¿Alguna buena noticia? Te veo demasiado contento

-Kagome Higurashi -solté de golpe

-¿Qué? -expresó Miroku sin entender.- Acaso volviste a ver a Kagome

-Sí -respondí y volví a sonreír.

Las puertas del elevador se abrieron, dándonos entrada al quinto piso. El vestíbulo hacia mi oficina mostraba un aire de elegancia y profesionalismo: las paredes estaban revestidas con paneles de madera pulida, otorgándole un toque cálido a la vez que imponente. Sillones de diseño en tonos neutros y mesas de cristal sostenían revistas y pequeñas obras de arte, revelando el buen gusto de Sango, quien se encargó de la decoración.

Entramos de inmediato a la oficina, dispuestos a abordar los temas de la reunión, pero había un asunto que Miroku no podía dejar de lado.

-Ahora sí, coqueto -dijo, tomando asiento frente al escritorio-. Cuéntame qué pasó con Kagome.

A veces, Miroku podía ser más entrometido que mi propio padre; la única diferencia es que él nunca me ha juzgado por mi estilo de vida. Claro, ¿cómo podría hacerlo si él también suele jugar con las chicas? Su sonrisa pícara dejaba entrever que estaba ansioso por saber todos los detalles de mi encuentro con Kagome.

-No te equivoques, amigo. Solo tomamos un café, eso es todo -dije recargándome en el sillón.

-Me estás jodiendo - respondió Miroku con expresión incrédula. Respiré profundamente antes de continuar, sabiendo que cada palabra iba a alimentar su curiosidad.

-De verdad. Solo hablamos, nada más. - añadí con seriedad, aunque la diversión bailaba en mis ojos. Miroku soltó una risa burlona, levantando las cejas de manera exagerada.

UN ENCUENTRO QUE CAMBIÓ MI DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora