CAPÍTULO 17: ALIANZA

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Narra Koga

Me encontraba sentado frente a la puerta de mi casa fumando un cigarrillo para soportar el frío de la noche; y como siempre, me reprochaba la vida de mierda que me tocó: no tenía un lugar digno donde vivir con mi hija, no tenía un trabajo seguro, y la soledad me acompañaba como una sombra persistente. Observaba las luces parpadeantes en la calle de un barrio oscuro y desolado. El humo del cigarrillo se mezclaba con el vapor de mi respiración, formando una neblina que reflejaba mi desánimo. Mientras exhalaba el humo, mis pensamientos se perdían en las luces lejanas, tratando de encontrar respuestas en el destello intermitente de la ciudad.

En ese momento, Yumi, mi hija, salió de la pequeña casa envuelta en una manta. Sus ojos reflejaban inocencia y su cabello oscuro ondeaba con el viento. Me miró con una sonrisa que iluminaba mi mundo oscuro.

-Papá, hace frío. ¿Puedo quedarme contigo un rato? - dijo con su vocecita tierna.

Dejé caer el cigarrillo y abrí mis brazos. Yumi se acurrucó a mi lado, buscando refugio en el calor de nuestro abrazo. Su presencia inocente y su sonrisa tierna eran como un bálsamo para mi alma desgastada. De repente, el frío de la noche parecía menos intenso, eclipsado por el calor humano que compartíamos.

-Papá -musitó

-Dime, hija

-¿Aún no has encontrado a Kagome? -Miré a Yumi, sus ojos expresaban preocupación mientras aguardaba mi respuesta.

-No, cariño, aún no la he encontrado.-Mentí.

No podía decirle que ya había dado con ella, mucho menos que está con un imbécil como Inuyasha Taisho. Mi hija sufrió por el abandono de Kagome; a la maldita no le importaron los sentimientos de una niña, prefirió ser egoísta y pensar únicamente en ella. Claro, ¿qué podía esperar de alguien tan insignificante, que solo pensaba en su propio bienestar y nunca le importó lo que mi hija y yo sentíamos?

Aunque me consumía la rabia, me esforzaba por mantener la compostura ante Yumi, quien merecía algo mejor que las consecuencias de las decisiones egoístas de Kagome. Seguí abrazándola con fuerza, tratando de ser el refugio que necesitaba en medio de esta tormenta.

-La extraño mucho -dijo con nostalgia

-Lo sé, princesa, pero lo mejor, será que nos olvidemos de ella. -Yumi me miró con tristeza.

-Pero, papá -sus pequeñas manos se aferraron a mi abrigo en busca de consuelo.

-Deberías ir a dormir, mañana tienes escuela

Yumi asintió, mientras restregaba sus ojos y un bostezo escapaba de sus labios. La llevé dentro del pequeño cuarto al que llamábamos casa. Un par de colchas raídas cubrían las camas, y una mesa con dos sillas viejas de madera ocupaban el escaso espacio disponible. La luz tenue de una lámpara titilante pintaba sombras en las esquinas. Acomodé a mi hija con suavidad bajo las cobijas, asegurándome de que estuviera cómoda. Me senté en el borde de la cama, contemplando la fragilidad de su sueño infantil.

De pronto, mi celular comenzó a sonar; fruncí el ceño cuando vi de quién se trataba y salí de inmediato para responder la llamada.

-Señor -dije con seriedad.

-Todo va exactamente como lo planeamos. Taisho está en el ojo de la tormenta, y su imperio está a punto de desmoronarse. -respondió con una mezcla de frialdad y triunfo.

-Me aseguraré de que no quede piedra sin remover en su vida. Ese maldito me las pagará. -El odio en mi voz era evidente. No podía perdonar a ese tal Inuyasha ni a Kagome, cuando, por culpa de ambos, estuve a punto de terminar en la cárcel.

UN ENCUENTRO QUE CAMBIÓ MI DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora