CAPITULO 11: ENCUENTROS INTENSOS

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Narra Kagome

La voz de una mujer, interrumpió el momento agradable que Inuyasha y yo estábamos viviendo.

-Al fin vuelvo a verte, Inuyasha. -dijo con un poco de resentimiento-. Y por lo que veo estás con tu nueva conquista. -Me miró despectivamente. La sangre me hirvió al escuchar la forma en que se refirió a mi.

-Kikyo, ¿Qué estás haciendo aquí? -Preguntó él con demasiada seriedad

En ese instante, una corriente de tensión llenó el aire, anticipando que este encuentro inesperado podría cambiar el rumbo de las cosas.

Aquella mujer llamada Kikyo lucía un vestido entallado en un vibrante tono verde que resaltaba su elegancia. La prenda se ajustaba a sus curvas de manera sutil, realzando su figura con sofisticación. El verde intenso le confería un toque de enigma que complementaba su actitud intrigante.

-Pero que descortés eres, Inuyasha. ¿No me invitarás a tu mesa? -dijo con sarcasmo. Su mirada fría y calculadora me causaba escalofríos, y eso que no me estaba mirando directamente.

-Disculpa, pero estoy con mi novia. Y... aunque estuviera solo, tu y yo no tenemos nada de que hablar.

Ante la respuesta de Inuyasha, Kikyo esbozó una sonrisa forzada. Cerró los ojos, inhaló aire y lo sostuvo para después exhalar pausadamente en un intento de relajarse.

-¿Novia? Por favor querido, te conozco. -La arrogancia en su voz comenzaba a molestarme igual o más que a él-. Se que tienes mejores gustos bebé.

-Será mejor que te calles, Kikyo. -ordenó con firmeza, su paciencia comenzaba a desvanecerse.

-Sabes perfectamente que sólo la quieres para follar una noche. Odias las formalidades. Tú -volteó a verme con ojos llenos de odio-. Solo ten en cuenta que cuando Inuyasha se aburra de ti, te dejará y volverá corriendo conmigo. Siempre lo hace. Solo serás su juguete de una sola noche, niñita.

-Basta, Kikyo. Ella es mucho más que una sola noche. -expresó con firmeza, mientras tomaba mi mano con suavidad-. Kagome es el amor de mi vida.

En cuestión de segundos, Kikyo tomó el vaso de agua de la mesa y lo lanzó directo al rostro de Inuyasha. La expresión de sorpresa en su cara se mezcló con la ira contenida, mientras las gotas de agua caían en cascada, creando un tenso silencio en el lugar. Acto seguido, impulsada por la indignación, tomé mi vaso de agua y lo arrojé al rostro de esa mujer al mismo tiempo que me levantaba de un solo golpe.

-Escúchame bien -Expresé con seguridad ante la mirada atónita de todos los comensales-. Si hubo algo entre ustedes no me interesa, pero aquí y ahora, respeta nuestra relación. Inuyasha ha elegido estar conmigo, y no permitiré que te metas en nuestro camino. -Mi voz sonaba más fuerte de lo que esperaba, pero era necesario marcar límites claros.

-Maldita perra. Esto no se quedará así. -En ese momento, los guardias de seguridad se acercaron para sacar a la loca del lugar.- Se arrepentirán de haberse metido conmigo.

-Señorita -dijo uno de los guardias tomándola del brazo- acompáñenos por aquí, por favor.

-Suéltame, imbécil.

Los guardias la sacaron del lugar, y el murmullo en el restaurante no se hizo esperar. Tomé mi servilleta y, con cuidado, comencé a secar el rostro de Inuyasha, eliminando las últimas gotas de agua que quedaban. A pesar de la incomodidad en el ambiente, nuestros ojos se encontraron, pero él aún seguía molesto y desanimado a la vez

-Lamento el mal rato que... -Inuyasha intentó disculparse, pero lo silencié colocando mi dedo índice en sus labios.

-No tienes que disculparte. -aseguré acariciando suavemente su mejilla-. Además ella fue quien se acercó para molestar.

UN ENCUENTRO QUE CAMBIÓ MI DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora