CAPITULO 10: MANUAL DE LO PROHIBIDO

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ADVERTENCIA: El próximo capítulo contiene contenido explícito y está destinado a personas mayores de 18 años. Las narraciones son detalladas y pueden incluir situaciones intensas. Se recomienda discreción y el respeto de las restricciones de edad para una experiencia de lectura adecuada.

Narra Inuyasha

Durante todo este tiempo que Kagome y yo hemos compartido, me he dado cuenta de que me he enamorado perdidamente de ella. Este sentimiento resultó ser algo nuevo para mí. La forma en que su sonrisa ilumina incluso los días más oscuros y la manera en que su presencia llena de calidez cada rincón de mi ser, me hace comprender la profundidad de lo que siento. Además, pudo cambiar mi forma de pensar y mi estilo de vida, logrando que hiciera caso a mis sentimientos y que abriera mi corazón de maneras que nunca imaginé, muy a pesar de la forma en que viví antes, siendo un mujeriego, durmiendo con una mujer distinta cada noche; y a pesar de mi naturaleza algo testaruda y mi negación a querer entregar mi corazón.

Por supuesto que quería pasar la noche con ella, sentir la calidez de su cuerpo junto al mío, recorrer cada rincón de su suave piel, hacerla mía en cada oportunidad y escucharla gritar mi nombre. Sin embargo, no quería que creyera que solo me interesaba llevarla a la cama; necesitaba que olvidara todas sus inseguridades de una vez por todas; hacerle saber que lo que quiero con ella es mucho más que un deseo físico. Por esa razón es que me he resistido a ir más allá de besos y unas cuantas caricias.

Después de salir de su departamento, caminé por el pasillo del edificio tratando de poner en orden mis pensamientos. Sentía una mezcla de emociones que no sabía cómo manejar. Mi mente estaba totalmente nublada por el deseo de poseerla, y cada momento a su lado intensificaba esa conexión. Me apoyé de espalda en la pared mientras esperaba el elevador; estaba seguro de que, si me quedaba más tiempo, Kagome se sentiría presionada a hacer algo que probablemente para ella sería muy precipitado. El sonido de las puerta del elevador abriéndose me hicieron volver a la realidad. Estaba a punto de entrar, pero mis ganas por volver a besarla y acariciarla eran más fuerte que mi razón, así que regresé y llamé a su puerta. La espera se me hizo eterna, pero finalmente abrió. Su expresión mostraba sorpresa, algo muy obvio pues no esperaba que volviera cuando prácticamente salí corriendo de ahí. La miré directamente a los ojos, tratando de expresar con la mirada lo que sentía en mi corazón.

-Inuyasha, ¿pasa algo? -preguntó con curiosidad.

Ignoré su pregunta, la tomé de la cintura y la besé apasionadamente, como si mi vida dependiera de ello. Kagome se asustó, lo sé porque sentí su cuerpo tensarse, pero, aun así, me correspondió con la misma intensidad. La apoyé contra la pared, y pasé mi mano por su cuello para profundizar más aquel beso intenso. Sentí sus manos enredarse en mi cabello, cómo si no quisiera que me alejara de ella, algo que en verdad no haría. Pronto el aire comenzó a hacernos falta y tuvimos que separarnos. Nuestras respiraciones eran agitadas y nuestros corazones latían aceleradamente creando una melodía que solamente ella y yo podíamos escuchar..

-Kag... Perdóname- susurré mientras juntaba nuestras frente- Intenté controlarme pero no puedo resistir más...

En ese momento, sentí sus labios sobre los míos en un beso con una pasión aún mayor; colocó sus manos alrededor de mi cuello mientras yo la tomaba de la cintura, pegándola más a mi cuerpo. La intensidad que había emergido entre ambos crecía cada vez más, ya no era suficiente los besos y las caricias, nuestros cuerpos pedían a gritos encontrarse piel con piel. Poco a poco, caminamos hacia la habitación sin dejar de besarnos; bajé mis manos hasta su cadera y la alcé haciendo que rodeara mi cintura con sus piernas. El deseo entre nosotros crecía con cada paso y con cada caricia. Al entrar en la habitación, el mundo exterior desapareció, dejando solo el calor compartido y el palpitar apresurado de nuestros corazones. La conexión física que se estaba forjando era más que un encuentro casual; era la fusión de dos almas que anhelaban perderse la una con la otra.

UN ENCUENTRO QUE CAMBIÓ MI DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora