CAPÍTULO 40.
Matt:
Coloco el teléfono en alta voz y se lo paso a Roma para que lo sostenga; le doy una mirada rápida por el espejo retrovisor a la mujer de cabello rubio que muerde sus uñas y aparta las lagrimas de su cara y vuelvo mi atención a la carretera. La ansiedad me desorienta y aprieto el cuero del volante con ambas manos mientras piso el acelerador. Mi padre me observa de soslayo mientras mantiene el teléfono levantado, pero no emite comentario. Me conoce lo suficiente como para saber que estoy que me lleva el diablo.
Luego de reunirme con los colombianos y de enviarle el encargo acordado a Demian, a quien todo debería estar llegándole mañana por la mañana. Cite a Román para terminar de una vez por todas con la mierda que nos ha estado rodeando últimamente.
Lucy tenía razón cuando dijo que por un solo error no puedo olvidar todo lo que ha hecho por mi desde que tengo uso de razón y simplemente enfocarme en eso. Román a sudo un padre para mi desde siempre y aunque aún estoy molesto, admito que en su lugar yo tampoco hubiese abierto la boca.
Eso es lo que pensaba decirle cuando su coche se detuvo junto al mío, pero cuando puse un pie fuera, uno de los guardias me abordo para decirme que Lucy se había marchado desde hacia horas.
Debí ponerle un escolta personal, el problema es que no confío en nadie para deja a solas con ella, y con lo terca que es Lucy probablemente se hubiese negado, además... creí que no saldría, no ha pasado ni un mes desde que salió del hospital y el médico fue claro en que no es conveniente que se desplace sola en las calles hasta estar completamente recuperada.
Intente llamarla pero nunca respondió, e inmediatamente puse hombres a buscarla por toda la maldita ciudad. Y si, puede que haya sido paranoico pero... ¡mierda! Hay una maldita guerra aquí con las pandillas y han dejado claro que ella es el objetivo. Es la única forma que encontraron para debilitarme y si Kai pone sus manos encima de ella no dudará en usarla en mi contra o peor aún, podría matarla.
El alma me volvió al cuerpo por un instante cuando se puso en contacto pero el alivio desvaneció por completo cuando escuche su voz alterada.
-Bebé...¿ me escuchas?-. Hablo a través del alta voz y su voz sale casi en un susurro cuando responde.
-Si-. Dice y la escucho sollozar.
-Ya estoy cerca bebé. Tranquila.
-Jess va a odiarme - La escucho susurrar y la rubia que esta en el asiento trasero me mira juntando el ceño.
Aun no le he dicho sobre mis sospechas, por el estado alterado en el que llego a buscarme a la puerta de mi edificio, diciendo que ese hijo de perra se había llevado a Lucy, estoy seguro de que también sospechaba que las cosas no terminarían bien.
Porque esta vez, no había vuelta a tras. Luego de esto el moriría. Incluso si eso implica romper la promesa que le hice a Lucy de no matarlo. De no ser por eso estaría muerto desde el día uno. Nunca me gusto ese medicucho miserable.
Detengo el coche en la entrada del desarmadero y bajo a toda prisa sin molestarme en esperar a nadie. Román salta del coche e inmediatamente saca su arma, recorriendo el predio con la mirada. Jess también nos sigue y ni siquiera me preocupo de negarme. Me da igual si me ve destripar a ese hijo de puta.
Recorro con la mirada el enorme predio avasallado de autos viejos y chatarra hasta que en la lejanía distingo el coche del medicucho, el cual tiene las puertas del chófer y del acompañante abiertas de par en par.
Corro hacia el y cuando me detengo, mis ojos se fijan en el vidrio roto del parabrisas. Rodeo el coche y sigo las huellas de pisadas hasta que en cierto punto algo más alejado, la tierra en el suelo parece revuelta, como si alguien hubiese luchado o arrastrado algo.
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La obsesión del Mafioso. © (TERMINADA)[Aún Para Corregir] +21
Romance✨️No la merezco, pero aun asi me pertenece.✨️ Lucy Morrison es una joven estudiante de artes visuales, quien tras la muerte de sus padres y su hermana, decide empezar una nueva vida en Los Angeles. Pero tristemente, nunca imagino que la vida, tenía...