CAPÍTULO 36.
Matt:
Antes de irme, le doy la orden a los hombres que custodian la puerta de la habitación de Lucy, de no dejar entrar a nadie que no sea la chica rubia que esta acompañado a mi chica en este momento.
Salgo de la clínica con una tonelada de recetas médicas en la mano, así que paso por la farmacia en busca de los medicamentos.
Una vez hecha la compra le doy una ojeada a la bolsa en mi mano y la lanzó al asiento del copiloto antes de deslizarme en el asiento del chófer.
Sujeto el volante con fuerza un instante y dejo salir el aire de mis pulmones en una cargada exhalación, llena de alivio.
Una sonrisa tira de mis labios cuando poco a poco siento que he vuelto a la vida. Abro los ojos y veo mi reflejo en el espejo retrovisor del coche y sacudo la cabeza.
De verdad me veo como la mierda, pero, antes de tomar un baño y volver a la clínica, debo hacer algo primero. Saco el teléfono del bolsillo y marco el número de Sebastián.
Me informa que esta de camino a la bodega y agradezco que estos días se haya quedado en Los Ángeles para ayudar con los negocios, porque de verdad no tenía cabeza para nada más.
-¡Genial! Nos vemos allá entonces, hermano.
-Te noto animado. -Responde y me rio.
-Lo suficiente como para patearle el culo al imbécil que tenemos enjaulado. -Digo antes de cortar la llamada.
Cuando me detengo frente a la bodega, observo el muelle desierto antes de bajar del coche.
La noche funde todo en la penumbra y a lo lejos veo aparcada la motocicleta de Sebastián. La pesada puerta de la bodega se abre y visualizo a la persona que se acerca sujetando la correa del rottweiler que en cuanto me ve comienza a sacudirse como un puto cachorro.
Román tiene experiencia con perros de porta grande y la verdad yo no tenía cabeza para encargarme de Boris, pero sabia que para Lucy es importante y... a quien engaño, esa masa de musculo y baba también me agrada. Así que cuando mi padre se ofreció a cuidar de él, hasta que Lucy estuviera mejor. Acepte. Es extraño, pero Román, quien no es un hombre para nada devoto, nunca perdió la fé en que ella mejoraría.
Me acerco observando como el perro sigue meneando la cola y ruedo los ojos antes de detenerme y pasar la mano por su cabeza un par de veces en las que lame mis dedos.
-Asumo qué aun no has ido a descansar-Farfulla Román y asiento.
-Lo hare una vez que acabe con esa mierda. -Digo pasando a su lado pero me detengo cuando se me atraviesa.
-Me alegro mucho que la chica despertara. -Dice y vuelvo a asentir antes de pasar a su lado.
Lo escucho suspirar y dos instantes más tarde sus pasos hacen eco con los míos cuando me sigue hacia el interior de la bodega.
Varios hombres armados rodean el lugar y los de la entrada principal son los primeros en notarme. Me abro paso entre ellos sin inmutarme por las miradas que se lanzan entre ellos cuando ven mi aspecto.
Se que me veo como la mierda, pero me importa una mierda, ya luego podre tomar una ducha. De que sirve ducharme ahora, si voy a bañarme en con la sangre de este hijo de perra.
Camino entre los altos pasillos de cajones repletos de armamento y municiones, hasta que veo al otro lado, detrás de una reja veo al hombre esposado con las manos hacia atrás, sentado en la silla de madera.
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La obsesión del Mafioso. © (TERMINADA)[Aún Para Corregir] +21
Romance✨️No la merezco, pero aun asi me pertenece.✨️ Lucy Morrison es una joven estudiante de artes visuales, quien tras la muerte de sus padres y su hermana, decide empezar una nueva vida en Los Angeles. Pero tristemente, nunca imagino que la vida, tenía...