✨️CAPÍTULO 3

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CAPÍTULO 3


Lucy:

Ruedo los ojos, mientras escucho a mi jefe que ha estado de un humor del infierno, desde que tuvo una corta conversación con el idiota que intento...

Ni siquiera quiero pensar en eso, debí patearle las bolas, no lanzarle el café encima.

-¿Acaso te has vuelto loca? ¿Sabes a quien acabas de lanzarle el café encima? -Me regaña mi jefe mientras aferro mis manos al paño con el que limpio una de las mesa.

-¡Si! A un cretino. -Murmuro para mi.

-¿Me estas escuchando Lucy?-Pregunta y suspiro cansada.

-Si, dije que lo siento. Ni siquiera lo pensé, fue un impulso.

-Un impulso... -Lo escucho murmurar.

-Bien... no puedo despedirte, pero te lo advierto, no tolerare este tipo de comportamientos con mis clientes. Si se repite... -Advierte dejando las palabras a medias.

Megan la otra camarera que trabaja conmigo, levanta la cabeza para mirarme y hace una mueca poniendo los ojos en blanco, desde otra de las mesas.

Son más de las siete de la tarde y el local ya esta cerrado, Carlos el cocinero, ya se marcho, asi que solo estamos nosotras y Jeffrey.

-Vamos Jeff, no seas tan duro con la chica. Seguro que ella no sabia quien era el hombre. -Intenta defenderme mi compañera y medio le sonrió en agradecimiento.

-Él cliente siempre tiene la razón Megan. No me salgas con tonterías, tu no eres nueva aquí! Sea quien sea, es un cliente, pero no es ese el único problema y eso lo sabes mejor que nadie.-La regaña y ambos se mantienen la mirada un instante, en el que parecen tener una conversación privada.

Termino con lo mio y tras sacar la basura, y cambiar mi uniforme rosa, por mis levis negros y una blusa de tiras, tomo la mochila que lanzó sobre mi hombro, antes de colocarme los audífonos, y tomar la bolsa con sobras de comida que usualmente dejo en la entrada trasera del local, para un perro callejero que merodea la zona.

De ser otra mi situación, lo llevaría conmigo, pero ¿que caso tiene? Ni siquiera puedo hacerme cargo de mi misma.

Dejo las sobras en el suelo y cierro los ojos antes de ajustar el volumen de los audífonos en mi oído. El sonido artificial del mar, ayuda a relajar los nervios de mi cerebro.

Se que parece una tontería pero a mi me funciona. Al menos hasta que las jaquecas se vuelven insoportables.

Lo cual últimamente ha pasado con más frecuencia. Incluso he tenido que evitar lugares muy concurridos porque el murmullo desata los insoportables dolores de cabeza. Como la noche del club.

Los fuertes ruidos aparentemente afectan a la maldita pelota de golf en mi cerebro, y solo lamento no haberlo descubierto antes.

Tuve que lidiar con la maldita jaqueca por dos días, como si se tratara de una muy mala resaca.
Parece una jugada macabra del destino, que luego de ser la única sobreviviente en el accidente donde perdí a las personas que más amaba en la vida, me hayan diagnosticado un tumor cerebral.

¿Irónico verdad?

Al menos, me queda el consuelo de que ni mis padres, ni mi hermana estarán aquí para verme morir lentamente.

Muchos pensarían que le temo a mi final, pero no. Aunque no se equivocan en algo, saber que tienes los día contados no es para nada agradable. Lo que si me aterra es hacer sufrir a las pocas personas que me rodean.

La obsesión del Mafioso. © (TERMINADA)[Aún Para Corregir] +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora