Cagada Con Consecuencias Catastróficas

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Oliver 

Solo hay una cosa peor que enrollarte con tu secretaria: que te pillen haciéndolo.

La mirada interrogativa de Jayce se clava en mí y yo no puedo evitar azotarme mentalmente por haber sido tan descuidado. ¿A quién demonios se le ocurre liarse con su secretaria en la boda de su hermano y en su casa? Miro a mi alrededor y sacudo la cabeza. ¡Nos hemos enrollado en un jodido cuarto de lavado! ¿Es qué he perdido la puta cabeza? Reconozco que esta no ha sido la decisión más inteligente que he tomado en mi vida, pero, cuando se trata de Claire, el hombre inteligente que se supone que soy es sustituido rápidamente por otro que funciona a base de seguir sus instintos más primarios.

—Bueno, yo me largo también —dice Chloe dedicándome una mirada rápida. Luego, posa sus ojos en Jayce—: Regreso a la fiesta, búscame en un rato y lo intentamos de nuevo.

Le da un beso en la mejilla y se dirige hacia la puerta. Antes de que salga por ella, la llamo. Chloe se gira hacia mí con las cejas alzadas y expresión interrogativa.

—¿Podrías no contarle a nadie lo que has visto aquí dentro? Chloe esboza una sonrisa pícara.

—No te preocupes, mis labios están sellados. Me guiña un ojo y desaparece.

Los segundos siguientes son tensos de narices. Jayce se limita a observarme en silencio, con los ojos entrecerrados, el ceño fruncido y los brazos cruzados.

Jayce y yo somos algo más que hermanos: somos colegas. Él es cuatro años mayor que yo, pero ambos nos entendemos muy bien. En realidad, me


llevo genial con todos mis hermanos, pero con Jayce comparto además un estilo de vida parecido. Somos independientes, tenemos fama de mujeriegos y, a veces, metemos la pata hasta el fondo, como aquella vez que bebimos tanto en una fiesta que acabamos bailando borrachos dentro de la fuente de un parque. Durante un tiempo, en el Club de los MacKinnon libertinos, también estuvo Aiden, el novio de la boda, pero Lucy se encargó de meterlo en vereda.

Frente a mí, Jayce sigue mirándome inusualmente callado. Cuando habla, lo hace usando un tono condescendiente que me irrita al instante:

—¿Claire? ¿En serio?

—Ha sido una estupidez, lo sé. —Me paso una mano por el pelo, visiblemente nervioso.

—Con la de mujeres guapas que hay en la boda y tú eliges enrollarte con tu secretaria...

—Yo no he elegido nada, simplemente ha pasado.

—Ajá. —Los ojos de Jayce me observan con escepticismo.

Jayce no sabe que hace unos meses Claire y yo nos liamos. Solo fueron unos besos, pero esos besos fueron suficiente para saber que quería más, mucho más. Lo paramos porque ella estaba con Seth y porque ambos sabíamos que seguir con aquello podría joder por completo nuestra relación en todos los niveles. Sin embargo, desde entonces, deseo volver a besarla cada vez que la veo. Lucho a diario contra ese deseo, porque sé que está mal, que soy su jefe y que tener un lío con ella sería una pésima idea. No solo porque sea la secretaria más competente que he tenido nunca y no quiera perderla, sino también porque no la veo solo como eso. Es mi amiga, mi confidente y una de las personas que más me conocen en el mundo. Perderla como secretaria significaría perderla también como todo lo demás.

Entre Leyes  y Suspiros (Libro 2: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora