Carta

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Claire

Camino durante horas sin ser consciente de mi rumbo. Ha anochecido y a pesar de que los pies me duelen y que el frío intenso se cuela en mis huesos aturdiéndome, no me detengo. Solo cuando las luces de los comercios y restaurantes empiezan a apagarse a mi alrededor me fijo en la hora que me devuelve parpadeante un letrero cercano. Faltan 10 minutos para medianoche, así que a pesar de que seguiría caminando sin rumbo hasta desfallecer, decido entrar en una cafetería abierta las 24 horas. Elijo sentarme en la mesa pegada al ventanal, desde donde puedo ver la calle alumbrada por las luces navideñas que hace días que adornan Nueva York. Pido un latte al camarero cuando se acerca a pedir nota y al primer sorbo empiezo a notar como el entumecimiento de mi mente y mi cuerpo se desvanecen. La conmoción de lo ocurrido hoy penetra cada poro de mi piel hasta dejarme emocionalmente exhausta. Pienso en lo ocurrido en el bufete y en mi suspensión temporal y el dolor se convierte en garras que me arañan por dentro. Luego pienso en Peyton y en su traición con Seth y el dolor se intensifica.

Me siento tan helada por el frío que traigo de la calle y el frío que inunda mi corazón que aprieto con fuerza la taza caliente con intención de que su calidez llegue hasta mi interior.

Es inevitable que los recuerdos de mi relación con Seth se cuelen en mi mente en busca de indicios de lo que ha acabado ocurriendo entre ellos dos. Es verdad que se llevaban bien y que tenían muchas cosas en común, pero nunca creí que hubiera entre ellos nada más que camaradería. Pensaba que su punto de unión era yo. Solo yo. Incluso cuando empezaron a jugar juntos a un videojuego online que a ambos les encantaba y que les hacía conversar durante horas hasta el punto de yo quedarme dormida en el sofá esperando que terminaran su charla, nunca me pasó por la cabeza que entre ellos


pudiera existir algo más allá que una amistad. Nunca he visto a Peyton como una rival, ni como competencia. Es mi mejor amiga, mi familia, mi confort cuando las cosas se ponen feas. También soy consciente de lo egoísta que puede parecer que me sienta así cuando mis sentimientos hacia Seth nunca fueron profundos. Quise que lo fueran, los forcé, me agarré a la idea de que nuestra relación funcionara, pero ahora me doy cuenta de que lo nuestro estaba destinado al fracaso. Yo nunca estuve enamorada de Seth. Lo elegí porque parecía una opción segura, pero no llegué a quererlo. Me conformé. Así que no estoy dolida porque ahora estén juntos, estoy dolida por el engaño.

Me termino la bebida y me pregunto qué pasos debería seguir a continuación. No sé a dónde dirigirme; me siento huérfana de hogar, huérfana de alguien al que llamar familia.

Dejándome llevar por este sentimiento nostálgico, abro la maleta y saco de ella el sobre que me dio Edward. Supongo que estoy tan aturdida por los acontecimientos que decido que este es el momento perfecto para acabar de desmoronarme. El sobre está despegado un poco por el lateral, tal y como lo dejé el otro día, así que decido acabar de abrirlo de un tirón.

Dentro hay folios impresos. Frunzo el ceño y los saco todos del interior. Voy pasando hojas hasta que, entre ellas, veo unos papeles doblados que llaman mi atención. Los cojos con ansias y descubro en ellos un texto manuscrito. La caligrafía es elegante y bonita, solo me hace falta leer el inicio para saber que es de Edward.

Entre Leyes  y Suspiros (Libro 2: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora