Acercate no como

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Claire

A través del espejo retrovisor veo la enorme figura que emerge detrás de una curva. Tardo unos segundos en comprender que se trata de un tractor. Oliver da saltos en medio de la carretera. Su chaleco reflectante brilla a través de la oscuridad y el tractor, que avanza con lentitud, se detiene frente a él. Un hombre, de espesa barba blanca, se asoma por el lateral. Oliver intercambia un par de frases con él, el señor asiente, y regresa al coche corriendo. Cuando entra, yo intento disimular el estado de confusión en el que estoy inmersa. Porque hasta hace unos segundos, Oliver y yo nos estábamos besando y ni siquiera recuerdo muy bien cómo hemos llegado a ese punto.

—Coge tus cosas que nos vamos —dice Oliver guardándose las llaves y el móvil, que tenía sobre el salpicadero, en los bolsillos del pantalón—. El señor del tractor se ha ofrecido a llevarnos hasta su granja, que está cerca de aquí. Desde allí podremos llamar al seguro para que se encarguen del coche, nos manden uno de repuesto y podamos seguir nuestro trayecto a Greenstone.

Asiento con un movimiento de cabeza. Cojo el bolso y el abrigo y cuando salimos al exterior nos apresuramos a coger las maletas y llevarlo todo hasta el tractor. Subimos a la cabina no sin cierta dificultad, y los tres, con las maletas incluidas, nos embutimos en un espacio minúsculo. De hecho, yo acabo encima del regazo de Oliver, como si la situación por sí sola no fuera suficientemente incómoda. El señor, que se presenta como Charles y cuya nariz está más roja que la de Rudolf el reno, no se extraña en absoluto de que un alce se haya interpuesto en nuestro camino.

—Debe haber sido Travieso, le gusta pasearse por la carretera y asustar a los forasteros. —Se ríe divertido haciendo bailar su enorme barba blanca, a


conjunto con una melena blanca también que sale por debajo de un gorro de lana rojo y que le llega prácticamente hasta los hombros. Dios, parece Papá Noel.

—¿Travieso? —pregunto yo un poco incrédula—. ¿Ponéis nombre a los alces de la zona?

—Por supuesto —me responde muy serio, como si la duda le ofendiera

— En nuestro pueblo los alces son una parte muy importante de la comunidad. Por eso nos llamamos Mooseland. —Se da un golpe en el pecho con la mano abierta y es entonces cuando veo un emblema con el nombre del pueblo y la cabeza de un alce cosido en la camisa de cuadros que lleva. Mooseland significa literalmente «tierra de alces».

—¿En New Hampshire todo el mundo es así de raro? —musita Oliver a mi oído, muy flojito, para que solo pueda oírlo yo. Yo reprimo una sonrisa. Las montañas blancas están salpicadas de pueblos por todas partes y Greenstone se encuentra en otro valle, por lo que, en realidad, nunca antes había oído hablar de este pueblo.

Tardamos lo que me parece una eternidad en llegar hasta la granja de Charles y cuando lo hacemos comprobamos con alivio que aquí sí hay cobertura. Se trata de una granja típica, con varias construcciones. La casa es de dos plantas, de madera, la fachada está pintada de color blanco y el techo es a dos aguas de color marrón.

Sigue lloviendo con mucha intensidad y nuestro traslado del tractor a la casa es bastante accidentado, pues hay charcos y barro por todas partes y las ruedecillas de las maletas se quedan atascadas cada dos por tres. Tras subir los escalones del porche accedemos a la vivienda y el calor del interior nos abraza al instante. Estamos empapados y vamos dejando un rastro de agua y barro a nuestro paso, pero Charles nos dice que no nos preocupemos y nos invita a pasar hasta el salón. Es allí donde nos recibe una mujer de mejillas llenas y caderas voluminosas. Tiene el pelo blanco recogido en un moño y se limpia las manos en el delantal mientras nos examina con curiosidad. Desde algún lugar llega un aroma delicioso y yo aprovecho unos segundos para fijarme en la decoración de la casa de estilo rústico. Los tonos marrones y ocres de los muebles, objetos y accesorios conviven con el blanco de las paredes. Una chimenea llameante hecha de piedra es el origen del calor que nos envuelve. Sobre la chimenea, hay fotos familiares. Este lugar es muy acogedor.

Entre Leyes  y Suspiros (Libro 2: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora