¿Claire?

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Claire 

—Claire, quiero que lo dejemos. —La voz de Seth me sorprende con un trozo de tarta nupcial en la boca.

Estamos sentados en una mesa redonda junto a algunos compañeros de trabajo que, al igual que yo, han sido invitados a la boda de Aiden MacKinnon, uno de los dueños del bufete de abogados donde ejerzo como secretaria.

El bizcocho relleno de nata tapona mi garganta por culpa de la noticia inesperada y el aire deja de circular por mis pulmones, pero Seth no parece darse cuenta de nada.

—Sé que este no es el mejor momento para hablar de ello, pero, en realidad, ¿qué momento lo es? —Se pasa una mano por el pelo castaño con un movimiento nervioso y sus ojos grises me observan con una mezcla de pena y compasión.

Yo me toco la garganta presa del pánico. Ay, Dios.

Morir asfixiada por un trozo de tarta de boda después de que mi novio rompa conmigo no es precisamente el tipo de final que esperaba para mí.

Hago aspavientos con los brazos, pero Seth malinterpreta mi gesto de auxilio y añade:

—Eres una chica genial, Claire, y ha sido divertido mientras ha durado, pero lo cierto es que hace tiempo que siento que lo nuestro no va hacia ninguna parte, seguro que sabes lo que quiero decir.

Me golpeo el pecho ante su atenta mirada y los ojos se me llenan de lágrimas por el sobreesfuerzo.

Mierda. Voy a morir.


—Oh, cielo, no llores. Sé que ahora puede parecer el fin del mundo, pero pronto comprenderás que he tomado la mejor decisión para los dos.

Intento coger aire una vez tras otras hasta que, milagrosamente, empiezo a toser. El trozo de tarta sale disparada de mi boca y rebota en la frente de Seth que suelta un exabrupto y me mira con los ojos abiertos como platos.

—¿Pero... qué? —musita, perplejo.

Bebo un poco de agua para aclarar mi garganta y carraspeo.

—¡He estado a punto de morir atragantada, imbécil! —exclamo, quizás demasiado alto teniendo en cuenta que la carpa en la que se organiza la boda, en el jardín trasero de la casa de los novios, no es demasiado grande. Pero ahora mismo, tras haber sobrevivido al intento de homicidio de una tarta, alzar la voz es una licencia que me permito—. ¿Quieres que lo dejemos? Por mí bien. Estaba harta de tus desplantes, de tu humor de mierda y de fingir orgasmos. Que te den, Seth.

Con toda la dignidad de la que soy capaz dadas las circunstancias, me levanto de la silla y me dirijo hacia el exterior. Tropiezo con el bajo del vestido antes de llegar a la apertura lateral y maldigo en voz baja. Recupero el equilibrio antes de caer de bruces. Puede que no haya sido la salida en escena más glamurosa del mundo, pero estoy tan enfadada e indignada por lo ocurrido que ni siquiera me importa demasiado resultar patética a ojos de todo el mundo.

Entre Leyes  y Suspiros (Libro 2: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora