¿ Que va ser de mi ?

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Claire

—Claire, ¿puedes venir un momento? —La voz de Oliver me obliga a levantar la mirada de la pantalla del ordenador para centrarla en él. De forma instantánea, mis labios esbozan una sonrisa en su dirección. Me mira desde el quicio de la puerta y no puedo evitar pensar que hoy está especialmente guapo, con su traje azul oscuro hecho a medida que le queda con un guante. Que tu jefe sea también tu novio tiene muchas ventajas, entre ellas, poder disfrutar de su carismático atractivo a diario.

Mi sonrisa, sin embargo, no es correspondida. Extrañada por su actitud, entro en el despacho y me siento frente a él.

Oliver me espera sentado en la silla que hay tras su escritorio, con la mano rozando de forma continuada su barbilla. Evita mirarme, como si hacerlo fuera lo más doloroso del mundo. Su comportamiento me intriga tanto que no puedo más que preguntar:

—Oliver, ¿qué ocurre?

Suspira, desliza su mano de la barbilla hasta la frente, y me mira de pronto. De nuevo noto en sus ojos que algo no va bien. No brillan como siempre al mirarme. Parecen opacos.

—Robert acaba de decirme desde que ordenador se bajaron los archivos del caso. —Su voz suena como si estuviera a kilómetros de distancia de mí, a pesar de que entre nuestras sillas apenas hay un metro. He visto a Robert marcharse hace un rato, sabía que tenían una reunión importante, pero no sabía que ya habían atrapado al topo.

—¿Y desde cuál fue? —pregunto parpadeando sin comprender.

—Desde el tuyo.

Mi boca se seca al instante y me cuesta tragar. No sé cuánto tiempo me quedo sin decir nada, con los ojos muy abiertos, incapaz de dar significado a lo que dice. Porque eso es imposible. ¿Cómo han podido descargar los


archivos desde mi ordenador? Yo soy la única que lo usa, la única que tiene su clave de acceso y la única que puede abrir sesión en él.

—Eso no tiene ningún tipo de sentido, Oliver. Solo yo tengo acceso a ese ordenador —musito, al fin, empezando a entender el motivo por el que Oliver actúa de un modo tan extraño. Su ceño se frunce un poco más y, al fin, comprendo el alcance de lo que todo esto supone—. No pensarás qué he sido yo, ¿verdad? —pregunto, con incredulidad, y no voy a negarlo, con un poco de indignación, porque el hecho de que Oliver pueda desconfiar de mí a estas alturas me parece inconcebible.

Oliver me mira en silencio unos segundos, de nuevo acariciando su barbilla con los dedos. El tiempo que tarda en darme una respuesta se me hace eterno y doloroso. Al final su tensión disminuye un poco, suspira y niega con un movimiento de cabeza.

—Por supuesto que no creo que hayas sido tú, Claire. Lo que creo es que alguien está intentando incriminarte.

Me muerdo el labio, completamente desubicada. La incredulidad no deja de crecer en mi interior.

Entre Leyes  y Suspiros (Libro 2: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora