Claire
Un año más tarde
Es Navidad, la cena está servida sobre una mesa hermosamente preparada con manteles rojos y centros de mesa con acebo y velas, y el reconfortante rumor de conversaciones nos envuelve junto a una sensación de camaradería e integración. Las cenas familiares en casa de los MacKinnon siempre son especiales, pero hoy lo es aún más. El espíritu navideño parece inundar cada espacio de esta casa decorada con mimo: hay un abeto enorme en un rincón, guirnaldas de luces en los marcos de las ventanas y calcetines rojos colgando de la chimenea encendida. Suenan villancicos de fondo y por primera vez en tres semanas no tengo ganas de vomitar al ver comida, lo que es un alivio dadas las circunstancias, aunque las náuseas siguen presentes en todo momento.
—Cariño, ¿te encuentras bien? —pregunta mamá sentada a mi lado, con el ceño fruncido de preocupación—. Tienes mala cara y no has comido nada.
¿Cómo lo harán las madres para darse cuenta de este tipo de cosas? Con un asentimiento le aseguro que me encuentro perfectamente e intento comer un poco de pavo, lo que me provoca una arcada que intento disimular con una sonrisa. Mamá me mira de soslayo con la ceja arqueada y cara de sospecha, pero no dice nada, solo me sirve un poco de puré de patatas y guisantes y me asegura que eso me sentará bien.
Sonrío pensando en lo mucho que la relación con mi madre ha mejorado este último año. Hemos hablado mucho, hemos cerrado viejas heridas,
incluso viajamos juntas a Greenstone para cerrar el ciclo de dolor y rencor compartido. Cuando le pregunté a Andrew si podía traer a mamá a su cena de Navidad me dijo que por supuesto que sí, que mi familia era su familia también.
—Cariño, tendrás que esforzarte un poco más en disimular si no quieres estropear la sorpresa —susurra Oliver, también sentado a mi lado, cuando una nueva arcada me sobreviene.
—Yo no decido sentirme así, ¿recuerdas? —susurro de vuelta. Le lanzo una mirada asesina y como respuesta él busca mi mano bajo la mesa para apretarla con cariño, acariciando con el pulgar mi dedo anular, allí donde descansan el anillo de compromiso y el anillo de boda.
Oliver y yo nos casamos la pasada primavera. Fue una boda íntima, donde solo asistieron nuestros familiares y mejores amigos. Fue un poco precipitado, pero ambos teníamos ganas de ser familia de manera oficial, así que cogimos el primer hueco disponible que había en el registro de Nueva York para casarnos, compramos una casa cerca de donde viven Aiden y Lucy, que es un barrio que a ambos nos gustaba, y nos mudamos allí en cuanto pudimos. En un inicio ambos teníamos miedo de que trabajar juntos y vivir juntos fuese demasiado, pero la verdad es que lo llevamos muy bien. Quizás porque en el bufete ya pasábamos mucho tiempo juntos antes. Quizás porque siempre fuimos muy compatibles. Sea como sea, hasta la fecha no hemos tenido ningún problema derivado de eso, más allá de los desacuerdos habituales que ya teníamos antes.
La noche pasa entre risas, conversaciones de todo tipo y náuseas que no desaparecen en ningún momento. En algún punto, recibo un mensaje de Peyton poniéndome al día sobre su cena de Navidad. Hoy llevaba a Seth a conocer a sus padres y la cosa ha ido bien. Parece que ha encajado, cosa que no me he extraño, porque Seth es la típica persona que suele caer bien sin necesidad de esforzarse.
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Entre Leyes y Suspiros (Libro 2: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)
RomanceMe llamo Claire Holmes y trabajo como secretaria en uno de los bufetes de abogados más prestigiosos de Nueva York. Mi jefe es el sexy y mujeriego Oliver MacKinnon, socio principal del bufete, y uno de los solteros más codiciados de la ciudad. Llevo...