Oliver
Las palabras que dice Claire me atraviesan el pecho como dagas afiladas.
—¿Qué... qué pasa? —pregunto sintiéndome muy confuso, con el ceño muy fruncido y la neblina postcoito interrumpiendo el normal funcionamiento de mi cerebro—. ¿Por qué quieres que me vaya?
—Porque no pienso convertirme en esto, Oliver —dice ella negando con un movimiento de cabeza repetitivo, haciendo que los mechones que se han desprendido de su peinado durante el sexo se balanceen de un lado al otro
—. No pienso ser la mujer a la que recurras cada vez que sientas la necesidad de echar un polvo. Si quiere eso, búscate a otra. No creo que te cueste demasiado. Ya lo hiciste hace unas semanas, ¿recuerdas?
La confusión desaparece en el acto. Enseguida comprendo lo que sucede aquí y no puedo evitar sonreír ante la evidencia de este malentendido. Mi sonrisa no es bien recibida por Claire, que me mira con los ojos ligeramente abiertos, desconcertada.
—¿Te hace gracia? Porque no pretendía ser graciosa —interviene de nuevo, tensando aún más el cuerpo, y apretando aún más los brazos alrededor de su pecho, como si quisiera protegerse con ese autoabrazo de mí.
—No me parece gracioso, es solo que lo has malinterpretado todo —doy un paso hacia su dirección, intentando acortar la distancia que ella ha puesto entre nosotros, pero Claire da un paso hacia atrás como si estuviera dispuesta a salir corriendo en caso de que me acerque demasiado—. No he venido a verte porque sintiera la necesidad de echar un polvo. He venido a verte porque necesitaba hablar contigo. Y por lo que respecta a la mujer que viste el otro día saliendo de mi casa, no ocurrió nada entre nosotros. —Al ver su expresión de escepticismo, añado—: Tuve el primer gatillazo de mi historia y la culpable de ese gatillazo fuiste tú. No dejaba de pensar en ti.
—No te creo —susurra.
—Yo tampoco lo creí en ese momento, pero supongo que mi cuerpo te eligió mucho antes de que mi cabeza lo hiciera.
Claire se queda en silencio unos segundos, muy quieta, pero noto como poco a poco la tensión de su cuerpo empieza a disiparse. Yo añado:
—Lamento haberte dado la impresión de que solo había venido a verte por el sexo. No es así. Me he dejado llevar porque me vuelves loco y pierdo la capacidad de razonar cuando te tengo cerca, solo eso.
Claire se humedece el labio inferior y tarda unos segundos en decir nada.
Cuando lo hace, sus ojos se clavan en mí con intensidad.
—Entonces, ¿por qué no has mencionado nada de lo que ocurrió entre ambos durante la última semana?
Suspiro. Así que Lucy y Chloe estaban en lo cierto.
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Entre Leyes y Suspiros (Libro 2: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)
RomantizmMe llamo Claire Holmes y trabajo como secretaria en uno de los bufetes de abogados más prestigiosos de Nueva York. Mi jefe es el sexy y mujeriego Oliver MacKinnon, socio principal del bufete, y uno de los solteros más codiciados de la ciudad. Llevo...