Ayuda a olvidar

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Oliver

Dos horas es lo que dura la reunión con el equipo de la demanda colectiva y cuando esta termina tengo la cabeza tan embotada que voy a por un café. Es el cuarto de la mañana. O el quinto. No lo sé, he perdido la cuenta. La falta de descanso nocturno es lo que tiene: es necesario paliarla con litros de cafeína en vena. En la sala de descanso me encuentro con mi hermano Will y charlo con él un rato antes de volver a trabajar para preparar la siguiente reunión de la mañana. Finjo mirar el móvil cuando rebaso el escritorio de Claire, a la que considero culpable absoluta de mi insomnio, y entro en mi despacho. Como siempre, las vistas de Manhattan me reciben con todo su esplendor.

Me siento en mi sillón, enciendo el ordenador y antes de que pueda acceder al correo electrónico, alguien llama a la puerta y asoma su cabeza por ella sin esperar a que le dé permiso para entrar. Es Claire.

—Estoy ocupado —digo, quizás un poco más borde de lo que pretendía.

La privación de sueño me convierte en un tipo bastante antipático.

—Solo serán cinco minutos. —Sus ojos azules me miran suplicantes y yo tardo alrededor de una décima de segundo en invitarla a entrar y señalar la silla que hay enfrentada a mí, porque decirle que no a Claire cuando te mira como el jodido gato de Shreck es imposible.

—Cinco minutos —concedo.

Ella asiente y retuerce las manos sobre su regazo en un gesto que denota nerviosismo. Su nerviosismo es contagioso y por un instante creo que va a sacar a colación lo sucedido entre nosotros el otro día en la boda. Mierda, no estoy preparado mentalmente para esta conversación, no cuando no he dormido más de tres horas y a trompicones. Estoy a punto de pedirle que


dejemos el tema para otro día, pero no me da tiempo, porque ella se adelanta:

—No puedo acompañarte a Greenstone, Oliver. —Su voz suena un poco temblorosa. Yo alzo las cejas, desconcertado, reordenando mis ideas, pues no esperaba para nada este giro de los acontecimientos.

—Eh... ¿Qué?

—Lo siento, pero esta vez tendrás que hacer la visita sin mí —explica con los ojos fijos en sus manos que no dejan de retorcerse.

Me acaricio la mandíbula, con recelo.

—Creo que necesito más información. ¿Qué te impide acompañarme?

—No hay un impedimento como tal, pero preferiría no tener que volver a mi pueblo —susurra, ahora sí, clavando sus ojos en mí.

—Ajá. Entiendo, pero no puedo prescindir de ti, Claire, lo sabes. Eres la persona que mejor conoce el caso.

—Ya, bueno. —Se muerde el labio y una arruga aparece en su frente—. Y en otra situación ni siquiera te lo pediría, pero nunca he vuelto a Greenstone desde que me marché de allí y no quiero hacerlo ahora.

Entre Leyes  y Suspiros (Libro 2: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora