Oliver
Echo una nueva mirada a la puerta del cuarto de baño de la suite con el ceño fruncido. Claire lleva dentro más de una hora. Tras abandonar la mansión de Edward Marshall hemos venido directos al hotel. Durante todo el trayecto, Claire se ha mostrado inusualmente callada y pensativa. Le he dado espacio, porque sé que hoy ha sido un día intenso y que debe sentirse emocionalmente agotada, pero no puedo evitar preocuparme por ella. No sé qué le ha dicho el señor Marshall en privado, pero fuera lo que fuera, le ha afectado mucho, y por eso no puedo dejar de mirar la puerta del baño con la esperanza de que no tarde en salir. No me gusta la idea de que sufra en soledad. Claire me importa y un fuerte sentimiento de sobreprotección me posee cuando la imagino dentro de la bañera triste, perdida en sus pensamientos. No tardo en escuchar el sonido de un secador. Cuando este se detiene, la puerta se abre y Claire sale de ella con la misma expresión taciturna con la que ha entrado. Lleva el pelo suelto sobre los hombros y se ha puesto ropa cómoda: sudadera de color azul oscuro y leggins. Yo finjo estar concentrado en el portátil que tengo abierto sobre el regazo, sentado en el sofá mullido de la habitación, como si en vez de estar pendiente de ella hubiera estado trabajando.
—¿Quieres que bajemos a cenar algo en el restaurante del hotel? — propongo minutos después, cuando la veo sentarse sobre el alféizar de una de las ventanas con la mirada fija en el paisaje que se ve al otro lado.
Claire responde a mi pregunta con un movimiento de cabeza.
—No tengo hambre.
—Puedo pedir que nos suban algo a la habitación. ¿Quizás una infusión o un té? Te ayudarán a relajarte.
Mi propuesta le hace desviar la mirada del paisaje de afuera hacia mis ojos.
—¿Podría ser algo más fuerte?
Sonrío. No soy partidario de tomar alcohol para ahogar las penas, pero
¿por qué no? Todos nos merecemos ser políticamente incorrectos de vez en cuando. Así que llamo a recepción y solicito que nos suban una botella de vodka y algo de queso y fruta para acompañar.
Media hora más tarde, Claire y yo nos encontramos sentados en el suelo, frente al sofá, sobre una alfombra de pelo gris muy cálida y acogedora. Ya hemos vaciado dos veces nuestros vasos de vodka sobre la mesa de centro y dado buena cuenta del queso y la fruta. Es obvio que el alcohol ha mejorado el ánimo de Claire, pues su expresión melancólica ha menguado y su mutismo ha sido sustituido por una charla superficial sobre trabajo. En algún punto, la charla fluctúa y Claire se siente lo suficiente cómoda como para explicarme la conversación que ha tenido con Edward Marshall hace unas horas. Me sorprende descubrir que el señor Marshall se sumó a la demanda colectiva solo para volver a verla.
—Supongo que la cercanía de la muerte nos hace ser más conscientes de nuestros errores —reflexiono en voz alta, metiéndome un trozo de manzana en la boca.
A mi lado, Claire se encoge de hombros.
—También se refirió a mi madre como el gran amor de su vida. ¿No te parece cínico llamarla así después de lo que hizo? ¿De la forma en la que la trató?
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Entre Leyes y Suspiros (Libro 2: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)
RomanceMe llamo Claire Holmes y trabajo como secretaria en uno de los bufetes de abogados más prestigiosos de Nueva York. Mi jefe es el sexy y mujeriego Oliver MacKinnon, socio principal del bufete, y uno de los solteros más codiciados de la ciudad. Llevo...