CAPITULO 21

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Sofia realmente no quería hacerlo. El celular de Camila se cayó del tocador—ella no pudo evitar abrirlo accidentalmente cuando lo recogió y vio los mensajes de texto del otro tipo, Connor. Iban a salir el viernes. Vaya. Casi era la medianoche y su hermana y Lauren aún no volvían. Esa era una buena señal, ¿Cierto? Porque ya no quedaba mucho tiempo. Ese día le habían dado su carta de aceptación a la Escuela de Derecho de Berkeley. Eso quería decir que Lauren tenía que convencer a Camila para que comprendiera que los abogados son buenas personas, porque Camila no iba a ser feliz de otra manera. Ella entró a la sala y caminó de un lado a otro. Quizás debería hacer algo con Connor. A Camila debió gustarle—ella había salido con él varias veces. Ella tendría que pensar en eso. Sofia  se acercó a la ventana y se asomó. Ni rastro de Camila o Lauren. O Max. Ella no lo había visto desde que última vez que lo besó, alzó la mirada en éxtasis.

Ese beso había sido divino. Ni siquiera fue un beso completo con manoseo y de todos modos la hizo estremecer. Pero ella no podía besarlo otra vez si no estaba en su casa. Por un segundo ella pensó en averiguar en qué restaurante trabajaba y aparecerse por ahí para cenar. Pero ella no era una de esas chicas que acosan a un muchacho tan desesperadamente y, además, probablemente era un restaurante elegante. El único restaurante que estaba dentro de su presupuesto era McDonald's. Ella debía mejor ir a casa. Sofia tenía un proyecto que debía sacar adelante. Maldita clase de pintura. A ella le gustaba el arte pero no quería hacerlo sino contemplarlo. Para ayudarla a pasar la noche, ella decidió llegar al café que estaba a la vuelta de la esquina. La cafeína era su amiga. El café estaba lleno y había fila. Como Sofia estaba parada al final de la cola se puso a revisar sus mensajes. Ella casi llegaba al mostrador cuando escuchó a alguien decir su nombre. 

Ella vio a sus espaldas y parpadeó.

 "¿Max?"

-Hola.- Él le sonrió-Te acusaría de estarme siguiendo pero tú llegaste aquí primero.- Ella tragó saliva nerviosamente, sintiéndose rara bajo las intensas luces del café.

 "Quizás soy muy astuta." Él la vio fijamente. 

-Te ves tímida.-Fue una declaración y ella quería negarlo, pero era verdad. 

"Nunca me había sentido así antes." La fila avanzó y Max asintió con la cabeza al barista. -

-Déjame invitarte a un café.

Ella ordenó su café y lo escuchó hablar con el barista en un español cantado antes de conversar con él.

-Yo pensé que no estabas interesada en mí. Dijiste que nada sucedería entre los dos.-La última vez que estuvimos juntos me convenciste. Me hiciste replantear mi posición inicial. El beso. Sus mejillas se sonrojaron.-Siéntate.

 Él señaló dos sillas altas con respaldo acolchonado que estaban junto a la ventana. 

-Te traeré tu café.

Ella se sentó y esperó riéndose de sí misma cuando pensó que había sido tan obediente. Max la alcanzó y le entregó una taza. Ella quiso darle las gracias, pero lo que salió de su boca fue un 

"yo no suelo besar a muchachos que no conozco."

-¿Entonces por qué lo hiciste?-Buena pregunta. Motivada por un impulso nunca antes había sentido,ella dijo la verdad.

 "Tenía que hacerlo."

Max la estudió como si ella fuera una receta complicada que él necesitaba entender.

 -¿Te arrepientes de haberlo hecho?

"Claro que no." Ella se preocupó por tener una lengua tan suelta. "¿Y tú?"

-Todavía no sé ni qué pensar.

"Puedo hacerte cambiar de opinión."

-Ya lo hiciste.-La comisura de su boca se elevó. 

"Pareces tener argumentos muy persuasivos." Ella mordió su labio, pensando en la carta de aceptación que tenía en su bolsa. ¿Podría contárselo a Max? Después de todo él no tenía trato con Camila , y ella se moría por decírselo a alguien ... Sofia se acercó. "¿Puedes guardar un secreto?"

-Por supuesto.

"Solicité mi ingreso en la escuela de Derecho."

-Serás una buena abogada." Ella sintió que se quitaba un peso de encima. 

"¿De verdad lo crees?" preguntó dubitativa. 

Él asintió con la cabeza. -Es obvio. Tienes una mente muy estructurada, y te fascina hablar.

"Eso no suena a un halago."

-En tu caso sí lo es.- El sentido del humor iluminó sus ojos protegidos por anteojos. Aun así, ella notaba que él hablaba en serio. 

"Te estás burlando de mí,pero en realidad lo crees, ¿verdad?"

-No lo diría si no lo creyera.

"¿Entonces crees que seré una buena abogada? Creo que nací para eso."

Él sonrió. 

-Es algo especial, encontrar tu pasión. Pero dejarte llevar por tu pasión es todavía más admirable.

Por alguna razón, sus ojos se llenaron de lágrimas. Era extraño—ella no lloraba. Pero él sí creía en sus palabras y eso la conmovió profundamente. Él debió notar su lucha interior porque le dijo en un tono ligero de voz,

-Por supuesto el Derecho es para ti. Te da gusto convencer a alguien para que piense como tú.

Ella sabía que él hablaba sobre su experiencia. La esperanza se adueñó de sus emociones. 

"¿Y funcionó?"

-Serás una buena abogada-

Cuando él se paró la comisura de su boca tembló. Aunque él ya se iba, ella sabía que esto no era un adiós. Ella sabía que lo vería de nuevo, y eso la llenó por dentro como lo había hecho la carta de aceptación. Agachándose, él alzó su mentón y rozó con sus labios la boca de Sofia. Ella sintió una gran emoción por dentro cuando su boca aún seguía encima de la de ella.

-¿Vas a mi casa el viernes?-él le preguntó a ella.

"¿A cenar?" ella preguntó ansiosa, queriendo saber si habría postre. 

Pero era mejor no insistir.

-Sí. A medianoche, porque yo trabajo.- Él pasó su dedo en medio de su ceja y dio un paso atrás. Ella se estremeció, sintiendo ese roce en todos los rincones de su cuerpo. Él sonrió. -Me gusta que seas tan persuasiva, Sofia.

Ella lo vio poner su taza en la mesa. Haciéndole un gesto al barista con la mano, él la vio por última vez antes de irse. Acomodándose en la silla, ella parpadeó sorprendida. Max la había invitado a salir. Él prepararía la cena.En su casa.

"Ay. Dios mío." Ella tomó un sorbo de café, desconcertada. "¿Qué me pongo?"

PERFECTA PARA TI  (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora