Capítulo 10

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La fría brisa comenzaba a hacerse presente, pero no lo suficiente como para desanimar a las dos mujeres que estaban en su camino hacia el lago. Aunque las otras pocas personas que también estaban allí decidieron irse, alertados por las señales de la inminente lluvia.

Antonia y Aziraphella caminaban en silencio, apreciando aquel lago y sus alrededores. Allí todavía estaba aquel letrero que ambas habían puesto, de manera secreta y no tan legal, prohibiendo alimentar a los patos con pan y otras cosas que podrían dañarlos.

Poner ese letrero había sido idea de Antonia, pero fue Aziraphella quien hizo el diseño para que se viera oficial y así nadie se atreviera a quitarlo, ni siquiera la gente encargada del cuidado y protección de ese lago, trabajo que no cumplían bien en opinión de ambas mujeres. Y el letrero seguía allí, pero el recuerdo parecía tan lejano, como si perteneciera a otra vida.

Ambas se detuvieron a unos cuantos metros de la orilla del lago. Durante unos instantes, simplemente se quedaron en silencio, sintiendo el viento en sus rostros. Pero pronto llegó el momento de hablar.

— Cuánto tiempo. Aunque todo se ve igual que siempre — dijo Antonia, y Aziraphella asintió.

— Todo, excepto nosotras...

— La gente siempre cambia... Pero, Azi... ¿Qué nos pasó? Antes tú y yo podíamos hablar de cualquier cosa. ¿Por qué ahora ya no?

— ... Cariño... No es que no confíe en ti o que quiera mentirte... Quiero mantener esos problemas lejos de ti... Ya has tenido suficiente, no quiero preocuparte con más.

— Ya me la vivo más que preocupada, ángel. Empezando por el trabajo con Lucifer... En verdad, no sabía cómo decírtelo. Me daba miedo ver la cara que pondrías.. Y resulta que ya lo sabes... ¿Por qué no me lo dijiste? ... No, esa debería de ser tu línea... Lo siento mucho, Azi. De verdad, lo siento... No quería esto, pero teníamos que conseguir para la comida y la renta... Esta era la única forma en que estaríamos bien... Por favor, perdóname...

Aziraphella sintió cómo su corazón se estrujaba al ver a su amada tan afligida. Aquellos días en los que el dinero y la comida les faltaban, Aziraphella trataba de ocultar su propio miedo mientras escuchaba a Antonia llorando a escondidas. Ninguna de las dos sabía cómo lograrían salir adelante, pero no se atrevían a expresárselo a la otra. Querían ser fuertes, pero no sabían de dónde más sacar fuerzas.

Antonia realmente estaba desesperada. Incluso alguna vez llegó a preguntarse si ella tendría que hacer lo mismo que su madre hacía cuando no tenían absolutamente nada de dinero. La idea de tener que recurrir a los hombres para hacer aquello le revolvía el estómago de manera indescriptible. Y no se imaginaba diciéndoselo a su ángel, además de que la horrorizaba demasiado pensar que Aziraphella terminara metida en eso.

Por eso, de una muy retorcida forma, era una bendición que Lucifer le hubiese dado trabajo, aunque fuera manejando dinero sucio. Prefería un millón de veces eso que poner a Aziraphella en peligro. Aún si tuviera que pisar la cárcel de nuevo, lo haría si eso mantenía a su ángel a salvo. Pero nunca se imaginó que Shadia estaría involucrada en eso. Y darse cuenta de que trabajaba para la mujer que le jodió la vida fue... Antonia ni siquiera sabía qué palabras usar, pero se sintió humillada por la vida, como si alguien se burlara de ella.

— Toni, yo jamás te habría juzgado, ni me habría enojado contigo — dijo Aziraphella. — Recuerdo bien lo difícil que fue... No teníamos muchas opciones... Seguramente, no hubiese estado de acuerdo, pero hubiese preferido saberlo... No tenías por qué cargar con eso tú sola...

— Lo sé... Lo entiendo ahora que estamos aquí... Tú tampoco tienes que resolverlo todo por tu cuenta, ángel. Me tienes a mí.

Aziraphella bajó la mirada. Su amada tenía razón. Antes ellas podían compartirse todo. O, mejor dicho, aquello que no se compartían realmente importaba poco en aquel entonces. Estaban tan concentradas en su relación que no tenían espacio para más, pero ahora tenían tanto con lo que lidiar que parecía escapárseles de las manos. Tal vez así era porque ambas querían contenerlo todo ellas solas, sin pedirle ayuda a la otra. Y eso debía de cambiar.

Un 'Nosotras' || Good Omens || Ineffable WivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora