Capítulo 17

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- Oye... Estuve pensando en lo que me dijiste el otro día... Me mudaré de la casa de mi abuela.

Antonia, con una expresión de absoluta sorpresa, volteó a mirar a Aziraphella. Ella le sonrió con ternura. No era muy común que Antonia mostrara sus emociones tan abiertamente, pero cuando lo hacía, Aziraphella se sentía demasiado feliz. Le encantaba saber lo que Antonia pensaba en el momento, la hacía sentir más cercana a ella.

- ¿Estás segura? ...Digo, te haría bien alejarte un poco de tu familia, pero mudarse puede ser algo duro... No es que crea que no puedes lograrlo... Eres muy lista y muy capaz, ángel... Estarás bien...

Antonia tomó uno de sus mechones de cabello y lo enrolló en su dedo. Aziraphella ya se había dado cuenta de que ella solía hacer eso cuando se ponía nerviosa.

- Gracias, Toni - dijo, ampliando su sonrisa. - Sí, estoy muy segura. Ya es momento de que tenga mi propio espacio.

- ¿Y qué te dijo tu abuela?

- Todavía no se lo digo... No sé cómo lo tomará... Tienes razón en que ella es alguien difícil... Sé que tiene buenas intenciones, pero cada que le fallo, me hace sentir terrible... Y yo ya no quiero eso...

Antonia soltó su mechón de cabello para acercar su mano al rostro de Aziraphella, acomodando algunos mechones rubios detrás de su oreja.

- Cuentas conmigo, Azi. Te ayudaré en lo que sea.

Aziraphella le sonrió, para después tomar la mano de Antonia y presionarla contra su rostro.

- En unos días, tendré una reunión con el dueño de un departamento. ¿Te gustaría acompañarme?

- ¡Sí! - dijo Antonia, emocionada, pero rápidamente trató de ocultarlo, aunque sin éxito. - Ahh... puedo llevarte, si quieres...

- Es una cita, entonces - dijo Aziraphella, sonriendo.

Antonia se ruborizó, pero también le sonrió, acariciando su mejilla. En ese momento, el auto que recogería a Aziraphella llegó, y esta suspiró.

- Supongo que, si me mudo, necesitaré mi propio auto. Pero no sé conducir.

- Lo siento, ángel, no soy muy hábil con los autos... ¿Qué hay de Maggie? Ella maneja, ¿no? Ella podría enseñarte.

- ¡Oh, sí! Le escribiré al rato. ¡Muchas gracias por la idea!

Aziraphella se paró de puntillas y le dio un beso a Antonia en la mejilla. Esta la miró sorprendida, ruborizándose aún más. Aziraphella también tenía el rostro enrojecido.

- Nos vemos mañana, Toni - dijo, sonriéndole.

- Hasta mañana, ángel.

Aziraphella se subió al auto. Antonia pudo escuchar cómo ella saludaba al conductor, así que posó su mirada en aquel hombre. Él levantó la mano y saludó a Antonia. Ella respondió al saludo, pero, de repente, se detuvo. Había algo en la apariencia de aquel hombre que no se sentía bien, lo que era muy extraño, ya que ella lo conocía desde hacía tiempo. Entonces, se dio cuenta de que ese hombre no era el conductor de Aziraphella.

Rafael le dirigió una perversa sonrisa a Antonia, quien tenía una expresión de horror en su rostro. Ella trató de advertirle a Aziraphella, pero esta ya había cerrado la puerta. De repente, el auto aceleró, sin darle la posibilidad a Antonia de acercarse.

- ¡¡NO!!

Antonia comenzó a correr, totalmente desesperada. Pero no había forma de que ella pudiera perseguirlos. Estaba gritando y llorando, pero algo le decía que nadie podía escucharla, que todo lo que intentara hacer sería absolutamente inútil. Extendía sus manos hacia aquel auto, pero se alejaba cada vez más. Ella deseó que se detuviera, y de un momento a otro, el auto chocó.

Un 'Nosotras' || Good Omens || Ineffable WivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora