Capítulo 24

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— ¿Cómo me veo?

Antonia, tímida y nerviosa, lucía un elegante vestido negro de tirantes. Había peinado cuidadosamente su rojo cabello, que en ese momento le llegaba a la mitad de su espalda.

— Estás bellísima — dijo Aziraphella, mirándola embelesada. Ella, por su parte, tenía puesto un traje blanco que resaltaba esa gracia que la caracterizaba.

— Tu también, ángel... ¿Estás segura de que está bien que yo vaya?

— ¡Por supuesto!

— No quiero causarte ningún problema...

— No es ningún problema, cariño. Claro que tienes todo el derecho de asistir. Sin ti, nuestro equipo no trabajaría adecuadamente. Así que los logros de la empresa también son tuyos.

— Yo solo hago mi parte. Todo es gracias a ti, en realidad.

— A nosotras — dijo Aziraphella, tomando las manos de Antonia.

El corazón de Antonia comenzó a acelerarse. Fue en ese momento que ella se dio cuenta de lo mucho que se había enamorado de Aziraphella. Pero también del miedo que aquello le causaba. Se sentía expuesta ante ella, vulnerable, y eso la asustaba. Sin embargo, al mirarla y sentir la gentileza con la que sostenía sus manos, supo que no estaba en peligro alguno. Pasara lo que pasara, parecía que Aziraphella cuidaría de ella.

Decidida a corresponderle, Antonia cerró sus manos alrededor de las de Aziraphella. Sintiéndose segura de sí misma, le sonrió de manera coqueta.

— Espero que la música esté buena porque te sacaré a bailar — bromeó.

— Lo esperaré con muchas ansias.

Aziraphella levantó las manos de Antonia y las llevó hacia sus labios para besarlas. Esta última estaba sorprendida, pues bien sabía que Aziraphella no solía entusiasmarse con la idea de bailar. Sin embargo, la determinación de sus palabras le decía que estaba dispuesta a intentarlo por ella. Una inmensa alegría inundó a Antonia, reflejándose en la enorme sonrisa que se dibujó en su rostro.

Aunque en un principio no había estado muy convencida de ir a la fiesta de aniversario de la empresa de aquel año, Antonia terminó disfrutando del evento al estar en compañía de su ángel. Aun si la familia de Aziraphella no estaba muy contenta con su presencia, ella se divirtió bailando, bebiendo y conociendo gente nueva, siendo presentada como la novia de Aziraphella ante cualquiera que entablara conversación con ellas.

Aquel recuerdo, sin embargo, era demasiado lejano ahora. Incluso parecía que pertenecía a otra vida, una que Antonia había perdido en el momento en que la desgracia cayó sobre ella y su amada ángel. Extrañamente, ella lo había recordado con tanta claridad como si hubiera sucedido el día anterior. Quizá su mente trataba de aferrarse a esos buenos momentos para no afrontar la realidad frente a sus ojos.

— Ahh... Qué molesto será lidiar con tu muerte... Arreglos por aquí y por allá... Ni modo, así tocó — dijo Lucifer, a punto de apretar el gatillo.

— Déjame ahorrarte las molestias — dijo Fulvia detrás de ella, apuntando su propia arma a la cabeza de Lucifer.

Antonia jadeó, con el alma volviendo al cuerpo. Al tiempo que Lucifer apartaba su arma de ella, la respiración de Antonia se volvió agitada, mientras su mente trataba de procesar la situación.

— Pensé que estabas sola — le dijo su tía. — Ups. Mi error.

— Un error estúpido, sí — dijo Fulvia, tomando el arma de Lucifer con la mano que tenía libre. — Pero no tanto como que tú no hayas traído a nadie contigo.

Un 'Nosotras' || Good Omens || Ineffable WivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora