Gabrielle sostenía su teléfono contra su oreja, escuchando el mismo sonido de llamada en espera que había escuchado en sus intentos anteriores. En cuanto volvió a sonar aquel discurso del buzón de voz, ella colgó.
- Sigue sin contestar.
- Entonces, sigue con Antonia - dijo Berenice, sonriendo, mientras tomaba otro bocado de su comida.
- Accedí a darle el día de ayer para que se arreglara con ella y ya se concentrara en su trabajo. No para que también faltara hoy - dijo Gabrielle, molesta.
- No se han visto en mucho rato, dales chance. Además, al fin pudiste venir a desayunar conmigo... Aunque no has tocado tu comida. ¿No tienes hambre?
Gabrielle miró su plato, estaba igual a como cuando se lo trajeron. Ella suspiró y recargó su rostro en su mano, visiblemente angustiada.
- ¿Qué pasa? - le preguntó Berenice.
- Cuando era muy joven, tuve un TCA... Fue difícil, pero logré recuperarme... Pero, últimamente, creo que he estado comiendo cada vez menos... Quisiera creer que es el estrés el que me quita el hambre... Pero, no lo sé.
- Lo siento mucho, Gab... ¿Has pensado en retomar la terapia?
- Con todo lo que ha estado pasando, no realmente. No tengo tiempo para eso. Menos ahora que Michelle ya no es el único problema, sino también Urielle.
- ¿Qué pasa con ella?
- Pastillas. Muchas pastillas. Las encontré por todo su cuarto, pero no quiso decirme de dónde las consiguió. Discutimos, y ella acabó echándome y cerrándome la puerta en la cara.
- Lo lamento. Por experiencia, sé que lidiar con alguien así es demasiado difícil. Y por eso te digo que es mejor que te mantengas al margen.
- Pero es que siento que debo ayudarla - dijo Gabrielle. - Es extraño, porque nunca fuimos cercanas ni nos preocupábamos por la otra. Pero creo que esto, de alguna forma, es mi culpa. Yo soy la mayor, debí haber hecho algo para cuidar a mis hermanas de las estupideces de nuestros padres. Tal vez todo hubiese sido diferente, incluso mejor.
- No digas eso. Tú ya tenías tus propios problemas. Y por muy hermana mayor que seas, no es tu responsabilidad arreglar las cagadas de tus padres. Menos ahora que todas son adultas. Cada quién es responsable de sus propias cosas.
- Estás siendo muy amable conmigo, Bere.
- Solo te digo la verdad. Tú no tienes la culpa de nada de lo que ellas hagan o dejen de hacer. Y está bien si quieres ayudar a Urielle, pero no te desgastes en ella si no quiere que tu ayuda.
Gabrielle sonrió levemente. Sabía que Berenice tenía razón, pero aceptarlo sería un poco más complicado. De todas formas, se alegraba de haberle dicho lo que sentía. Respiró hondo y tomó el primer bocado de su plato, pensando en que pronto tendría que hacer una cita con su terapeuta. De nada le serviría tratar de arreglar la situación en su familia si ella se dejaba hundir de nuevo.
Berenice trató de animarla hablándole de algunas cosas absurdas que le habían sucedido en su trabajo. Y aunque Gabrielle se sentía algo decaída, pudo olvidarse de todo por un instante y simplemente disfrutar al reírse con esas historias de desgracias ajenas. No se atrevía a expresarlo abiertamente, pero le hacía muy feliz la compañía de Berenice, aunque esta última ya lo sabía.
Después de dejar a Berenice en su lugar de trabajo, Gabrielle condujo hacia la empresa. Ella hubiese preferido tomarse el día libre, pero investigar secretamente a su hermana no era el único trabajo que tenía. Habían muchos otros pendientes que requerían de su atención. Pero eso no era lo único esperándola en su oficina. Sorpresivamente, Michelle también estaba ahí.
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Un 'Nosotras' || Good Omens || Ineffable Wives
FanfictionAziraphella McFell y Antonia J. Crowley se conocieron cuando ambas comenzaron a trabajar en la empresa de la familia de Aziraphella. A pesar de la desaprobación de su familia, Aziraphella comienza una relación con Antonia, mientras que ambas se esfu...