Capítulo 8

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Antonia estaba mirando hacia la ventana, pensando en todo lo que había ocurrido en esos últimos meses. Su madre acababa de morir de forma tan repentina, tan violenta, pero Antonia no podía sentir lástima por ella, sino alivio por su ausencia, lo que la hacía sentir bastante culpable.

Jezabel nunca había sido buena madre, ni siquiera había querido hacer el intento por serlo. Desde que Antonia tenía uso de razón, ella ya tenía en claro lo mucho que su madre la odiaba. Y pensaba que si ella no la había dejado morir de pequeña, era porque sabía que le sería útil en el futuro. Fue entonces que toda su niñez y adolescencia se basó en trabajar, y a veces robar, para darle dinero a su madre.

En medio de todo eso, Antonia tenía a Shadia, su novia de toda la vida. Aunque esa relación tampoco era motivo de felicidad, pues siempre se la pasaba peleando con ella, ya fuera por celos, mentiras o infidelidades. Pero, sin importar qué tan malo fuera todo, ellas siempre lo superaban. Así debía de ser el amor, ¿cierto?

— ¡Carajo, Antonia! ¡Te estoy hablando! — gritó Shadia, sacándola de su ensimismamiento. — ¿Escuchaste algo de lo que te dije?

Antonia asintió aunque la verdad era que no había escuchado nada. Pero no tenía que hacerlo, porque ya se sabía de memoria todo el discurso que Shadia le soltaba cada vez que le era infiel. Entre promesas de que no lo volvería hacer, hasta reclamos hacia Antonia porque, de alguna forma, era su culpa y no de Shadia.

Aunque Antonia ya no se atrevía a juzgarla, porque ella alguna vez también había decidido serle infiel a Shadia. Es por eso que, de cierta forma, aceptaba todo lo que ella le hacía. Pensaba que eso era lo que se merecía. Pero, con esa nueva sensación de alivio y liberación que tenía desde la muerte de su madre, no podía evitar preguntarse si de verdad esa era la vida que ella quería.

— Shadia, creo que ya no quiero estar contigo — dijo, finalmente.

— ¿Qué? ¿Qué pendejada dices?

— Que ya me cansé de esto. De ti y de mí. Ya no puedo más.

— No me puedes hacer esto, Antonia — dijo Shadia acercándose a ella. — ¿A dónde me iré a vivir? ¡Mi mamá no me va a aceptar de vuelta!

— Puedes quedarte aquí, si quieres. Yo me iré.

— ¿Qué? ¿A dónde?

— No sé, pero ya no quiero estar aquí. Esta ni siquiera es mi casa, es de esa vieja.

— Oye, no. No te puedes ir. ¡No me puedes dejar! — dijo Shadia, comenzando a llorar. — ¡Ya te dije que lo siento, que no volveré a ver a ese idiota! ¡¿Qué más quieres?!

— ¡Quiero otra vida! ¡Una que no sea igual de patética que la de Jezabel! ¡Y contigo no la podré conseguir!

— ¡Pero tú me dijiste que me querías!

— ¡Y te quiero! ¡Pero tan solo míranos! ¡Somos miserables estando juntas! ¡Y yo ya no puedo más! ¡No quiero esto!

— ¡Antonia, no te vayas!

A pesar de las súplicas de Shadia, Antonia no se detuvo ni miró hacia atrás. Se fue solo con lo que traía puesto, pues no quería nada más de ese lugar. Y estaba más que dispuesta a nunca volver allí. Pronto, alcanzaría la mayoría de edad y podría comenzar a buscar un trabajo formal, ahorraría el suficiente dinero e iría a la universidad. Nunca más se vería en la necesidad de robar ni de humillarse ante nadie. Se lo juró a sí misma.

Antonia estaba tan sumergida en sus recuerdos que no se dio cuenta de que ya se había pasado de la parada en donde debía bajarse. Después de maldecir, se bajó rápidamente del camión y andó a pie el resto del trayecto hacia la casa de Adam. Ese día, ella debía darle clases y ya iba algo tarde.

Un 'Nosotras' || Good Omens || Ineffable WivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora