Capítulo 19

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El cubículo era igual que los demás, pero tenía muchos objetos que delataban la personalidad de su dueña. Habían recortes de revistas de astronomía pegados en la pared. Sobre el escritorio reposaban un par de macetas pequeñas con hermosas plantas. Junto a ellas, habían varios pájaros de papel de diferentes colores y tamaños. El cubículo lucía tan lleno de vida, al igual que Antonia.

Shadia se sentía intrigada por toda la decoración. Antonia nunca había mostrado interés por ninguna de esas cosas en el pasado. De igual forma, la ropa que ella ahora usaba era muy diferente a la de años atrás. Incluso su forma de ser había cambiado. Se había vuelto una mujer expresiva, amigable y relajada. Ya no era la misma joven sombría que había conocido antes.

Aquello hubiese alegrado a Shadia, si tan solo a esos cambios no se les sumaran los gestos con los que Antonia dejaba ver lo que sentía por Aziraphella. Las miradas, las sonrisas, la cercanía, hasta el tono de voz. Todo eso le causaba un nudo en el estómago a Shadia. Ella todavía amaba a Antonia, y no podía recordar que hubiera tenido los mismos gestos con ella en el pasado. ¿Por qué con Aziraphella era diferente?

— Se ve bien. Buen trabajo — dijo Antonia, reacomodando las hojas que había estado revisando, para después dárselas a Shadia.

— ¿Necesitas algo más?

— No, es todo por ahora. Gracias.

La formalidad con la que Antonia le hablaba, le estrujaba el corazón a Shadia. Así era como Antonia le recordaba que su relación ahora era estrictamente profesional, poniendo una barrera entre ellas. Shadia no estaba feliz con eso, pero había sido la condición de Antonia para contratarla como su asistente. Ellas no podían ser amigas; mucho menos, hablar del pasado. Antonia ni siquiera le había preguntado qué había sido de ella durante todo ese tiempo. El mensaje era más que claro: la ayudaría, pero no la quería de vuelta en su vida.

Shadia suspiró mientras se recargaba en la pared de un pasillo. Era muy doloroso para ella ver a la mujer que amaba rehaciendo su vida con otra. Se sentía como una completa intrusa, a pesar de que ella conocía a Antonia desde mucho antes que cualquier otra persona allí. Incluida Aziraphella. Pero la realidad era que Shadia ya no sabía quién era ella. No reconocía a esa mujer. Parecía que su Antonia realmente había desaparecido.

— ¿Mal día? — le preguntó otra mujer que pasaba por allí.

— No... solo estoy cansada...

— Eres la asistente de Crowley, ¿verdad? Qué curioso. No pensé que ella tuviera la suficiente carga de trabajo como para necesitar ayuda. Espero que no te lo deje todo a ti.

— Yo solo la ayudo con pequeñas cosas. Ella se encarga de la mayoría.

— Ah, es cierto. Aziraphella siempre elogia la eficiencia con la que ella trabaja — Shadia arrugó la frente al instante. — ¿Qué pasa? ¿Crees que miente?

— No, no. Sé que Antonia es muy buena. Pero Aziraphella le da demasiado trabajo. Se aprovecha de ella.

— ¿Ah, sí? Pero si la gente a su cargo siempre habla bien de ella. Adoran a su jefa.

— Solo están de arrastrados con ella. Todo lo que esa idiota ha logrado es gracias a Antonia.

La mujer se rió con aquel comentario. Shadia la observó, extrañada.

— No sé si debas hablar así de ella, tan abiertamente — dijo la mujer. — Sobre todo frente a su familia. Como yo.

Shadia rápidamente se puso pálida, lo que hizo reír a la mujer aún más. Se sentía estúpida. No podía creer lo fácil que se había dejado llevar por sus emociones. Había hablado de más y no tenía idea de cómo solucionarlo.

Un 'Nosotras' || Good Omens || Ineffable WivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora