— Dios mío, por favor, ayúdame — dijo en un susurro mientras descansaba sobre el retrete para recargar sus fuerzas, pues sabía que el vómito volvería en cualquier momento.
La mujer no sabía cuánto peso había perdido ya. Ni siquiera era capaz de mirarse en el espejo porque sabía que tal imagen solo la angustiaría más, no se atrevía a verse más frágil de lo que ya se sentía. Su rubio cabello había perdido casi todo su brillo, y se había vuelto tan débil que se caía a puños. Sus hipnotizantes ojos azules se habían vuelto sombríos, plagados con la tristeza de un futuro inminente.
El tratamiento no estaba funcionando. Ella lo sabía muy bien, lo sentía en cada célula de su cuerpo. No había esperanza de un resultado diferente. El tiempo se agotaba a una velocidad espantosa y no había forma de detenerlo. Tampoco había manera alguna de aliviar el dolor en su corazón, tanto por la vida que se le escapaba como por el sufrimiento de su familia ante tal pérdida. Ya no podría envejecer junto al hombre que amaba. Ya no podría ver a su preciosa hija crecer y cumplir sus sueños. Ya no podría crear nuevas memorias con su querida hermana y su adorable sobrina. Ya no había más.
— ¡Amor! — dijo un hombre detrás de ella. — ¡¿Por qué no me despertaste?!
El hombre, completamente agitado, se agachó a su lado y sujetó su cabello para que no le estorbara al vomitar.
— No has dormido nada, cielo. Tienes que descansar o te vas a enfermar — dijo ella.
— ¿Cómo quieres que descanse si tú estás así? — dijo él mientras le tallaba la espalda.
Ambos se quedaron en silencio hasta que se dieron cuenta de que el vómito les había dado tregua, momentáneamente al menos.
— Newt, tenemos que hablar — dijo ella.
El hombre se quedó paralizado al escuchar el tono serio de su esposa. Sabía con exactitud lo que estaba por decirle.
— No.
— Newt...
— ¡No, Salomé! ¡No voy a escuchar eso!
— Pero es lo que va a pasar.
— ¡No digas eso! ¡Las medicinas te van a curar!
— No lo harán — dijo Salomé, bajando la mirada. — No lo están haciendo.
— ...
— Me estoy muriendo, Newton.
— No... Claro que no...
Newton hizo todo lo posible por contener las lágrimas. Salomé, en cambio, ya no tenía fuerzas para ocultar su tristeza, así que empezó a llorar.
— No pierdas la fe. ¡Te vas a curar! — insistió Newton. — Si es por la idiota de tu madre, no te preocupes, yo lo resolveré. Traeré a Azi de regreso.
— ¡No, no! ¡No quiero que me vea así! — lloró Salomé.
— Pero ella quiere estar contigo. Nuestra niña nos necesita, ahora más que nunca.
Salomé sabía que su esposo tenía razón. Pero por mucho que extrañara a Aziraphella, su hija, tenía miedo de que ella se diera cuenta de lo grave de la situación. Hasta donde la pequeña niña sabía, su madre simplemente estaba algo enferma y necesitaba descansar en el hospital, pero nadie había tenido el corazón para explicarle que era una enfermedad mortal y que el tratamiento, lejos de ser efectivo, solo la hacía empeorar cada vez más.
— Cielo, cuando yo ya no esté aquí...
— No, no digas eso — la interrumpió Newton. — Te vas a recuperar. Los tres volveremos a casa y estaremos mejor que bien. Yo lo sé.
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Un 'Nosotras' || Good Omens || Ineffable Wives
FanfictionAziraphella McFell y Antonia J. Crowley se conocieron cuando ambas comenzaron a trabajar en la empresa de la familia de Aziraphella. A pesar de la desaprobación de su familia, Aziraphella comienza una relación con Antonia, mientras que ambas se esfu...