Aziraphella se levantó muy temprano. O mejor dicho, ya no quiso fingir más que estaba durmiendo. La realidad era que no había logrado pegar el ojo en casi toda la noche. Lo que su prima le había contado no dejaba de darle vueltas en su mente. Y todavía quedaban más cosas que Muriel quería decirle, pero mejor habían acordado reunirse esa mañana para hablarlo con más calma.
De todas formas, Aziraphella prepararía el desayuno para Gabrielle, esperando que cocinar la ayudara a distraerse y tranquilizarse. Ella terminó haciendo mil y un platillos, como si se tratara de una numerosa familia, por lo ansiosa que se sentía. Viendo el lado positivo, Gabrielle no se tendría que preocupar por el desayuno de los siguientes días.
— Todo se ve bien — dijo su prima en cuanto vio la mesa preparada.
— Espero que te guste. Hice tus favoritos.
— Gracias. ¿Tú no vas a desayunar?
— Estuve comiendo mientras preparaba todo — dijo Aziraphella con una sonrisa de culpabilidad. — Además, quedé con Muriel para un café.
— Está bien. Me la saludas, por favor.
Aziraphella asintió y subió a su habitación para terminar de arreglarse. Había escogido un conjunto con estampado de tartan y unos cómodos zapatos sin tacón. Peinó su cabello con una sencilla media coleta y decidió ponerse únicamente bloqueador en su cara.
Se miró al espejo y sonrió, pero rápidamente cambió su gesto al recordar la razón por la que se reuniría con Muriel. Ojalá fuese una simple reunión entre primas que se ponen al día con sus pacíficas vidas, en vez de esas estresantes circunstancias.
Aziraphella suspiró, para después tomar su bolsa y salir de su habitación. Al bajar las escaleras, escuchó un par de voces hablando. Una claramente era la de Gabrielle y la otra...
— Rafael... ¿Qué haces aquí? — dijo Aziraphella, alarmada, pero ocultándolo bajo una máscara de serenidad.
— Supe que estabas enferma.
— Oh... Ya estoy mejor ahora, muchas gracias... Lamento no haber podido ir a la cena, realmente necesitaba descansar.
— Eso era lo que Gabrielle me estaba diciendo. Es una pena que no pudieran asistir.
— Será para la siguiente ocasión — dijo Gabrielle, con una sonrisa que era más de cortesía que de júbilo.
— Bueno, muchas gracias por venir, Rafael — dijo Aziraphella caminando hacia la puerta. — Yo ya me tengo que ir.
— ¿Vas a la empresa? — dijo Rafael.
— No. Iré a ver a Muriel.
— Deja que yo te lleve.
— No, no. No es necesario — dijo Aziraphella, sonriendo incómodamente.
— Claro que lo es. Apenas te estás recuperando. Y me siento culpable de no haberte ayudado en estos días. Déjame hacerlo ahora, por favor.
— No quisiera inteferir con tu horario, debes de estar bastante ocupado.
— No cuando se trata de ti.
Aziraphella miró a Gabrielle, pero esta se encogió de hombros en señal de que no podía hacer nada. Ella no podía ofrecerse a llevarla ya que todavía no estaba lista para salir de su casa. Además, ¿qué tan malo podía ser que Rafael llevara a Aziraphella con Muriel? No serían más que unos cuantos minutos, ella estaría bien.
— Bueno... Si no tienes inconvenientes, te lo agradecería mucho — dijo Aziraphella con su mejor sonrisa, aunque insincera. — Nos vemos al rato — le dijo a Gabrielle.
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Un 'Nosotras' || Good Omens || Ineffable Wives
FanfictionAziraphella McFell y Antonia J. Crowley se conocieron cuando ambas comenzaron a trabajar en la empresa de la familia de Aziraphella. A pesar de la desaprobación de su familia, Aziraphella comienza una relación con Antonia, mientras que ambas se esfu...