Capítulo 62.

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Jade

Me levanto al día siguiente y voy al baño, donde hago mis necesidades y termino en el vestidor. Me pongo un vaquero oscuro, una camisa blanca y una chaqueta de cuadros con tonos marrones. Así voy cómoda pero tampoco voy simple. Voy a pasar el día con las chicas.

Veo que mi hombre sigue dormido y dejo un beso en su mejilla antes de dirigirme a la puerta.

—¿A dónde crees que vas? — habla dormido.

—Voy a salir con las chicas.

—Ven aquí — se da la vuelta, quedando boca arriba y me acerco a él.

Caigo en su pecho cuando tira de mi mano y pasa las suyas por mi cuerpo. Se me escapa un jadeo cuando llega a la marca, se siente muy bien cuando lo hace. Me está pasando más de su olor y niego con la cabeza. Es imposible que no reconozcan su aroma en mí.

—Ahora sí. Ten cuidado, mi Luna.

—Así será, mi Alfa. Dímelo.

—Ten cuidado.

Arrugo mis cejas cuando no me dice lo que quiero y refunfuño. Me dejo caer en su cuerpo otra vez, dejando mi pelo en su cara para molestarlo.

—Dímelo, Kenzo.

—Te amo, mujer.

—Yo te amo mucho más, mi amor — lo abrazo más fuerte sin querer separarme de él.

—¿No te ibas?

—¿Me estás echando? — respondo a la defensiva.

Alza mi mentón para que lo vea y niega con la cabeza.

—Si fuese por mí, estarías día y noche atada a mi cama, abierta de piernas para recibirme cuando quiera. Así que no pienses eso de mí, cariño, yo jamás te dejaré ir.

—Ya te tiene igualmente — se burla mi loba.

—¿Estás conmigo o en mi contra, Frodi?

—Vuelvo en la tarde — me despido dejando un beso en sus labios y me levanto a regañadientes.

Antes de salir, agarro mi bolso, donde llevo mi teléfono, las llaves del coche y demás.

En el comedor saludo a todos y Antón me informa de que Sara se está vistiendo y baja enseguida.

—¿Lista? — pregunto cuando baja después de algunos minutos.

—Lista — responde ella con una sonrisa —. Quería preguntarte si podemos ir a mi casa. Quisiera hablar con mis padres.

Noto un poco de nerviosismo en su voz y asiento tranquila.

—Claro, ¿quieres que vayamos a por las chicas? O podemos pasar luego a buscarlas.

No quiero incomodar a Sara al hablar con sus padres, pero siento que necesita compañía y estos días se ha sentido muy bien con todas nosotras.

—No, por favor. Me gustaría que viniesen conmigo.

Le sonrío y envuelvo mi brazo con el suyo para ir al garaje a por mi coche. Kenzo tiene más de diez, sin contar las motos.

—Creo que Kenzo está un poco obsesionado con los coches — dice Sara mirándome a todos lados —.  ¿Puedo ponerme a tu lado?

—Claro, sube — le digo y ella asiente.

Primero vamos a por Marie, ya que está más cerca y luego a por Aleska, que se encuentra en mi casa con Andreus.

—Buenos días, chicas — saluda Marie con alegría y la miro entrecerrando los ojos —. Espero pasar un día tranquilo y en paz.

Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora