Capítulo 32.

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Kenzo

Me sorprendió saber que Jade lee ese tipo de libro. No parece ser de las que leen esos textos, pensaba que solo leía romance adolescente, pero mi mujer sí.

Está dormida ahora mismo. No hemos descansado esta noche al haber discutido. Me alegró el día cuando me dijo que volviéramos a empezar, pero mi lado dominante quería atarla en la cama al haberme amenazado con que se iría la próxima vez. Es capaz de hacerlo. Ella cumple siempre y no amenaza en vano.

Su cuerpo está relajado y tiene la respiración tranquila mientras yo la observo.

A las horas escucho como bajan los que están haciendo la obra y le dicen a mi madre que todo está terminado y que podremos hacer uso de los nuevos baños al día siguiente.

Mi madre está mirándonos, pero no abro los ojos. Sabe que estoy despierto.

—Ya están listo los baños, hijo. Jade estará muy contenta — dice con orgullo y al abrir un ojo la veo con el teléfono en la mano y haciendo una foto.

—Mamá — me quejo rodando los ojos y se va riendo.

Mi teléfono suena y es un mensaje con una foto. Jade está aferrada a mi cuerpo, con su nariz en mi cuello. Se me escapa una sonrisa y guardo la foto.

Me levanto con cuidado a la hora del almuerzo, ya que sigue dormida y quiero que descanse.

—Que aproveche, cariño — dice mi madre cuando nos sentamos en la mesa juntos —. ¿Tienes alguna pista de quién puede estar detrás de todo esto?

—No, mamá. Tengo a todos mis hombres buscando pistas y haciendo hasta lo imposible por encontrar, aunque sea una mínima cosa, pero nada.

Ella asiente pensativa.

—Tranquilo, hijo. No vamos a dejar que nada le suceda, lo sabes, ¿verdad?

—Lo sé, pero este tema me tiene cansado, no encuentro nada. Tengo muchos enemigos y no sé cuál puede ser o si tengo tan mala suerte que me he ganado otro en la lista.

Sonríe negando con la cabeza.

—Sea quien sea, no le va a tocar un solo cabello a mi niña.

—¿Tu niña? — la miro alzando una ceja.

—Por supuesto, es esa hija que nunca tuve — responde con orgullo.

Le sonrío, sabiendo que dice la verdad. Seguimos hablando de cosas sin importancia y me despido de ella para volver al salón con mi mujer.

Está en la misma posición, apenas se mueve cuando duerme, y me voy a mi despacho para revisar correos, cuentas y contratos de la empresa. Sigo con algunas llamadas del nuevo proyecto que tenemos Andreus y yo sobre los hoteles en otros países.

Me paso toda la tarde trabajando y despierto a Jade cuando llega la hora de la cena, ya que sólo a desayunado y tiene que comer bien.

—He dormido como nunca — me dice estirando su cuerpo.

—Es normal, has dormido casi un día completo — le digo con diversión.

Ella rueda los ojos y no sé si lo hace para buscarme o porque le sale solo. Acerco mi boca a su oído para susurrarle.

—Cuando vayamos a la cama recibirás diez azotes por rodar los ojos, cariño — dejo un beso en su frente y me dirijo al comedor.

—A ver si das duro esta vez, no sentí ni cosquillas el otro día. Pensé que al ser un Alfa tenías más fuerza que cualquiera, veo que estaba equivocada — pasa por mi lado con arrogancia y balanceando sus caderas con ese culo redondo y perfecto.

Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora