Capítulo 26.

27.5K 1.6K 73
                                    

Kenzo

Después de recoger a Jade de sus clases, nos encontramos en la cama tumbados y desnudos.

—¿Puedo tocarte?

—Ya lo estás haciendo — responde, mirándome por encima del hombro, y sonrío.

—Quiero tocar tus tetas — le digo y jadea antes de tragar saliva.

—Son tuyas — susurra, después de varios segundos en silencio, y mi lobo aulla con orgullo.

Me pongo detrás de ella y la atraigo hacia mi pecho, mi erección queda en su espalda baja, mientras muevo mi mano por su vientre, subiendo hasta sus pechos para agarrar uno y comenzar a estrujarlo. Son pesados y me imagino como se sentirán llenos de leche cuando lleve a mis cachorros.

Se le escapa un suspiro tembloroso al estar nerviosa. Paso mi pulgar por su duro pezón y no puedo apartar mis manos de ella, mi otro brazo está por debajo de su cabeza, enredado en su cuello, y siento como se relaja hasta que se queda dormida, pero en ningún momento aparto mis mano se ella.

—No la vuelvas a cagar, humano — me advierte Sombra.

Es algo que no me voy a permitir, puedes estar tranquilo.

Me muevo un poco al sentir la polla tan dura y necesitando ir al baño a descargarme como si fuera un adolescente, pero en cuanto quito mi mano de su pecho, ella se queja y se pega más. No me muevo para que siga cómoda, mientras a mí la erección me está matando.

No sé cuándo me quedo dormido hasta que me levanto por el sonido de un teléfono, el de Jade.

—Apágalo, por favor — pide, lloriquendo entre sueños.

Lo agarro y veo que es su amiga, pero no me importa, mi mate está descansando y no la voy a despertar. Lo pongo en silencio antes de dejarlo en mi mesita.

Hemos cambiado de posición, estoy boca arriba con ella a mi lado y con su pierna sobre mi cuerpo. Paso mi mano por su muslo, sintiendo lo suave que es su piel. No es delgada, tiene su buen culo, buenas tetas y unas piernas firmes, no gruesas, pero tampoco delgadas, y su barriga no es plana.

Sigo pasando mi mano, hasta llegar al elástico de sus pequeñas bragas, y la escucho suspirar.

—Duerme — dice sin abrir los ojos.

Como si pudiera hacerlo con el dolor de huevos que tengo.

—Déjame tocarte — le suplico y me mira con las cejas juntas.

—Ya lo estás haciendo — responde y me río por su inocencia, negando con la cabeza.

—No me refiero a eso, mi Luna — desvío mi mano y la pongo encima de su monte de venus — . Me refiero a que quiero tocarte aquí.

Ella abre los ojos como platos, poniéndose roja al instante, cuando no dejo de mirarla.

—Nunca he hecho nada — susurra muy bajito —, ni siquiera yo misma me he tocado.

Jodido. Infierno. Se me atasca la respiración al pensar que de verdad voy a ser el primero en tocar su templo, en hacerla experimentar todo lo que pida y más.

Muchas comienzan su vida sexual a los dieciséis como mucho. Me alegra saber que mi mate ni siquiera lo intentó con su propia mano.

—Solo déjame sentir tu carne, no haré nada hoy — subo por encima de ella, dejando besos por su cuello, y sintiendo como su piel se eriza.

Bajo hasta sus tetas y tomo una en la boca. Son suaves, tiernas y delicadas. Apreso su pezón en mis dientes tirando hacia mí, solo un poco, y se le corta la respiración. Cambio al otro pecho para darle la misma atención y sigo bajando por su barriga. Estoy a punto de tocar su ropa interior, pero me frena y paro enseguida.

Nunca, jamás voy a hacer algo que no quiera y si me pide parar aquí, aquí se para.

—Espera, ¿qué vas a hacer? — pregunta sin aliento.

—Comerte el coño, Jade.

Sé que tiene vergüenza, porque desvía la mirada, pero me deja seguir. No tengo filtro para decir las cosas, me gusta ser directo.

Bajo, hasta que enredo mis dedos en sus bragas y ella alza sus caderas para que las baje más fácil. La tengo completamente a mi merced y ella intenta tapar su coño, pero no la dejo y niego con la cabeza mientras me quedo admirando su piel blanca, sin vello. Es pequeño. Le abro las piernas, que están un poco tensas, y ella se tapa la cara con la almohada, haciéndome reír, pero la entiendo, me está dando su confianza y le estoy viendo todo.

Me acerco e inhalo su olor, huele a ella, a mi mujer.

Me acerco más, dejando sus piernas en mis hombros. Sus talones tocan mi espalda y noto como deja de respirar cuando paseo mi nariz por su hendidura. Diosa, tiene un aroma exquisito, nunca me voy a cansar de olerla.

—No quiero que tengas vergüenza, cariño. Déjate llevar.

Asiente, sin destapar su cara, y reprimo la risa.

Abro más sus piernas, viendo su interior, y paso mi lengua desde su entrada hasta su clítoris. Tiembla cuando lo hago y cierro los labios alrededor de su nudo de nervios, moviendo mi lengua, ella jadea y se retuerce. Llevo uno de mis dedos a su entrada y se tensa al pensar que lo voy a meter de un solo tirón, pero jamás le haría daño.

—Relájate, cariño, no voy a hacer nada que te haga daño.

Se relaja poco a poco, llevando una de sus manos a mi cabello cuando meto la punta de mi dedo, sintiendo lo apretada que está. Voy a tener que prepararla si quiero meter mi polla. No lo va a aguantar.

No pienso follarla hoy, pero sí meter aunque sea uno de mis dedos. Sigo empujado hasta la mitad y suelta un pequeño gemido que es música para mis oídos.

—Por favor — susurra y sonrío.

Sigo con mi lengua en su clítoris, moviendo mi dedo para que no sienta incomodidad.

—Por favor, Kenzo — gime y jadea como loba en celo. No sabe lo que quiere y por eso ruega, pero yo si sé lo que quiere.

Muevo mi boca más rápido y en menos de tres minutos el orgasmo la golpea, sus piernas se tensan y su interior apresa mi dedo.

Lo saco despacio para lamer sus jugos, me los trago como un muerto de hambre, y ella se retuerce, tengo que parar, es mucho para ella. Tiene la respiración agitada, el corazón a mil y las mejillas al rojo vivo. Me encanta saber que fui yo quien se lo provocó.

Dejo un beso en su boca para que se pruebe y me sigue el beso sin dudarlo.

—No voy a dejarte ir nunca, Jade. Todos los días quiero tenerte en mi cama para darte los orgasmos que mereces.

Me mira con los ojos brillosos y la atraigo a mi pecho.

—Mañana empiezan las reformas de los baños — le informo y veo como se muerde el labio.

He visto todas las cosas que compró y efectivamente son para las bañeras. Tiene bombas, sales y un montón de mierda más.

He mandado a que reformen todos los baños, quiero que esté cómoda. La bañera irá justo al lado de la ducha, ocupará una buena parte, porque es como un jacuzzi de grande y con las mismas funciones.

Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora