Jade
No sé qué decir, o hacer ahora después de lo que Kenzo me acaba de hacer, ha sido tan placentero que por un momento creí que iba a desmayarme, pero ahora solo pienso en una bañera con agua caliente.
No sé cómo será, pero espero poder estirar las piernas y poder relajarme ahí.
Pasa un rato y me doy cuenta que ya es de noche. Kenzo tira de mi brazo cuando intento levantarme.
—¿A dónde vas?
—Quiero darme una ducha antes de bajar a cenar, tengo hambre.
Asiente, y agradezco que no venga conmigo, no sé cómo mirarle a la cara después de estos dos días.
Me ha visto desnuda, me ha tocado los pechos, he sentido su erección y se ha comido mi vagina. Literal.
—Quiero comer algo — le digo cuando salgo de la ducha. El agua caliente me ha relajado muchísimo.
—Ya he pedido que nos suban la cena. Ven aquí — dice, abriendo sus brazos.
Lo hago y dejo mi cabeza en su pecho, tengo el pelo mojado, pero a él no le importa y comienza a tocarlo, enredando las puntas en su dedo.
A la media hora llega la cena y él se levanta para cogerla.
POR TODOS LOS DIOSES. Estoy viendo su erección y es que ahora que lo pienso, él no ha tenido su orgasmo. Me quedo mirándola, sin poder apartar mis ojos, es grande, muy grande.
—¿Te gusta lo que ves? — pregunta con arrogancia el maldito.
—No — alzo el mentón y comienzo a cenar.
Se ríe, sabiendo que miento, y enciendo la televisión. Sigo en albornoz y cuando acabamos con la cena vienen a por los platos.
—Voy a darme una ducha, así me quito el problema — me dice, sonriendo de lado y señalando su erección.
—Eres insoportable — le digo sin apartar la vista.
Se ríe antes de desparecer en el baño. Me dan ganas de ir tras él para ver cómo lo hace, pero por hoy ha sido suficiente. Busco mi teléfono y lo veo en su mesita de noche. Cuando lo enciendo veo varias llamadas de Aleska y la llamo.
—¡Mi hermano ha encontrado a su mate y es nuestra amiga Marie! — grita y tengo que alejar el teléfono para no quedarme sorda.
—¿Enserio? Eso es increíble, me alegro mucho por ellos — le respondo, sintiéndome feliz por ellos.
—Sí, mañana te cuento todo en clases. Oh, Jade, no viste lo roja que su puso cuando mamá le preguntó si le gustaba el puré de patatas y los filetes de ternera — habla sin dejar de reír y me río con ella al imaginar a Marie en esa situación.
—Mañana me cuentas todo, Marie es muy tímida.
—¿Por qué no respondías el teléfono? — pregunto y siento que mi cara arde de nuevo.
Justo en ese momento veo a mi Alfa salir del baño.
—Mañana te cuento, adiós.
Cuelgo, y Kenzo me mira con una ceja alzada mientras yo ruedo los ojos. A él se le oscurecen los suyos y se acerca a mí a paso lento. Mierda, los azotes.
—Sigue haciendo ese gesto y te juro, Jade, que no podrás sentarte en varios días.
Me siento valiente, no sé de dónde me ha venido esa valentía, pero quiero jugar con su paciencia y ver de lo que es capaz.
—Perro que ladra no muerde — miro mis uñas con interés, que por cierto, me tengo que hacer el relleno, ya llevo cuatro semanas con la misma permanente.
Lo escucho gruñir en desacuerdo, porque si algo odiamos los lobos, es que nos llamen perros. Se acerca y cierra su mano alrededor de mi cuello, sin llegar a cortarme el aire, y dejando sus labios muy cerca de los míos.
—No juegues con fuego, bonita. Podrías quemarte.
—Eres tú al que le da miedo provocar el incendio.
Diosa, cierra mi boca, no sé lo que digo, pero me siento valiente.
De un movimiento rápido se sienta y me tira a su regazo, levantando mi albornoz y dejando mi culo al aire, porque no llevo nada.
Diosa, ayúdame, ya no quiero jugar.
—Te lo has buscado tu solita — se ríe Frodi.
—Cuenta desde el uno, Jade — su voz sale muy ronca y está excitado.
Suelto un suspiro y me da la primera nalgada, no es fuerte, pero sí pica. Se me escapa un grito bajo por la impresión.
—Uno.
Me da otro con más fuerza.
—Dos.
Este duele mucho más que los dos primeros y la piel me pica.
—Tres — digo con voz ahogada.
Me da otro más y me siento húmeda, duele, pero es placentero.
—Cuatro — hablo y mi voz apenas se escucha.
—No te escucho, Jade — dice y me da otro más fuerte.
—¡Cuatro! — alzo la voz para me escuche bien.
El último es más fuerte que todos y siento que su mano está marcada en mis glúteos.
—Cinco.
Me pone en pie, entre sus piernas, y siento como sus manos acarician esa zona, calmando el dolor, y siento que quiero más.
—Créeme que no quieres más, cariño — me dice, como si leyera mi mente, y solo me quedo mirándolo.
—Estoy cansada — envuelvo su cuello, dejando besitos en sus labios.
Me quita el albornoz y nos tumbamos juntos en la cama. Él sigue pasando su mano por mi trasero, no siento dolor, es una sensación diferente y no sé cómo explicarlo. Siento como un cosquilleo.
Frunzo el ceño cuando veo que está en calzoncillos, es injusto que no me muestre su miembro.
—No es justo que solo yo esté desnuda.
—¿Quieres ver mi polla? Solo tienes que pedirlo, cariño — no tiene filtros a la hora de hablar y se baja los calzoncillos.
Diosa de la fertilidad, eso me puede hacer tres cachorros de una sola vez. ¿Cómo me atrevo a llamarlo cosita? Es grande, gruesa, su cabeza es ancha y sus venas se marcan. Se alza gustosa y siento como mi boca se llena de saliva.
—Duérmete, Jade. Mañana tienes clases — me dice, tirando de la manta, y cierro los ojos para intentar dormir.
—¿Has visto eso, Frodi?
—Claro que sí, nos va a llenar de cachorros — grita con emoción.
—No, Frodi, eso no va a entrar en mí, te lo digo yo — le explico, un poco preocupada.
—No digas tonterías, cariño — se ríe y miro a Kenzo que me observa con atención.
—Escucho tus pensamientos desde aquí, Jade. Duerme.
—Pégate más a mí, por favor — le pido al verlo tan alejado.
Se ríe, agarrándome de la cintura mientras subo una pierna por encima de la suya y desvío mi mirada a su erección, que está sobre su vientre.
Diosa, la quiero. Cierro los ojos, alejando todos mis pensamientos, mañana tengo que madrugar y ya es tarde.
—Buenas noches, mi Alfa.
—Buenas noches, mi Luna. Descansa.
Deja un beso en mi frente y me relajo en sus brazos.
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Mi Luna
WerewolfKenzo Parker se niega a creer que Jade, la hermana de su mejor amigo, sea su mate y destinada. Piensa que la Diosa Luna le está jugando una broma y no la acepta, sin embargo, él sabe que Diosa Luna nunca se equivoca. ¿Qué hará a partir de ahora? Jad...