Kenzo
—Buenos días, mi Alfa — escucho a mi mujer y siento como pasa sus manos por mi espalda.
—Buenos días, mi Luna — me giro para verla, sin embargo, me encuentro con una cara diferente y unos ojos fijos en mí —. ¿Desde cuándo está el mocoso aquí?
Pregunto porque no lo he sentido.
—Luna le dijo ayer a su padre que lo trajera. Puedes usarlo de práctica mientras llegan nuestros cachorros — dice Sombra.
—Este niño quiere robarse a nuestra mujer. ¿No te enteras?
—No soy un mocoso, tengo cuato años — muestra sus dedos y dice mal la palabra.
—Se dice 'cuatro' y eres un mocoso que come arena.
—No como arena — me responde alzando el mentón.
Jade se ríe por la escena que estoy montando, pero no me voy a dejar ganar. ¿Quién se cree este niño?
—Claro, y yo no soy un Alfa — me siento en la cama con la sábana en la cintura al estar en calzoncillos.
—Vamos a desayunar — habla mi mujer con diversión.
El mocoso se pone en medio para que ella se siente al lado. Agarra la bandeja y la pone para que todos comamos. El niño aplaude y agarra una fresa.
—Están muy ricas — le dice mientras Jade le limpia la barbilla.
—Come todo lo que quieres, pequeño.
—Y yo qué, ¿soy invisible? — refunfuño al no sentir su atención.
—Sí — responde el mocoso y giro la cabeza con tanta velocidad que por poco y no me rompo el cuello.
—Ya me tienes harto, niño chico — me levanto y lo agarro por los pies para bajarlo de la cama.
Patalea agarrando a Jade de la mano sin dejar de reír. Se piensa que es un juego, pero no.
—Suéltalo, Kenzo — me regaña mi mujer.
—No — consigo despegarlo de mi Luna y lo subo a mi hombro. Abro la puerta y lo dejo en el pasillo.
—Por la Diosa. Tiene que desayunar, Kenzo — dice Jade aguantando la risa.
—Sí, es cierto. Tengo hambre — informa el mocoso.
Pongo los brazos en mi cintura, mirándolo fijamente, y él aprovecha eso para salir corriendo hacia Jade. Es rápido, no puedo negarlo
Resoplo y me voy al vestidor. Los escucho susurrar y veo que están juntos desayunando viendo la televisión. Solo imagino como será cuando tengamos los nuestros.
Cuando terminamos todo, ellos juegan y se van al patio mientras yo planeo con Antón cómo vamos a manejar la situación del viernes. Solo quedan dos días.
—Hay que asegurar a Jade. No puede pasarle nada.
—No pasará nada, tranquilo. Tienes más gente, guerreros más fuertes y con ganas de salvar lo suyo.
—Ese hijo de puta... lo voy a despedazar.
Seguimos planeando, haciendo llamadas y diciendo a todos que tienen que entrenar. Así me paso todo el día mientras Jade sigue con el niño.
En la noche, Zack se lleva a su hijo, que no quiere despegarse de Jade. Le dice adiós más de cinco veces y me río de él agarrando a mi Luna de la cintura, haciendo que el niño me mire con el ceño fruncido y me saque la lengua.
—¿Sigues manchando? — le pregunto cuando estamos solos.
—No. Me gustaría intentar algo nuevo — habla en voz baja y sonrío de lado.
ESTÁS LEYENDO
Mi Luna
WerewolfKenzo Parker se niega a creer que Jade, la hermana de su mejor amigo, sea su mate y destinada. Piensa que la Diosa Luna le está jugando una broma y no la acepta, sin embargo, él sabe que Diosa Luna nunca se equivoca. ¿Qué hará a partir de ahora? Jad...