Capítulo 17.

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Jade

Suelto un grito cuando vuelvo a mi forma y salto de emoción. No pensé que me sentiría tan bien al dejar salir a mi loba, me sentí más libre que nunca. Ya quiero que sea mañana para repetir.

Si no fuese por Sombra, todavía estaríamos ahí en el bosque, pero sé que solo se preocupa por nosotras.

—¿Has visto la ofrenda que nos ha dado? — grita mi loba, llena de emoción, y veo como Kenzo termina de vestirse.

—¿No crees que estoy siendo un poco dura con él?

—No, Sombra se alegra de que le estés dando una lección — responde y corto el link cuando Kenzo se acerca a .

—¿Te duele algo? — pregunta y no puedo resistirme cuando me subo sobre su cuerpo, dándole un abrazo de koala.

Escucho como suelta un suspiro y me envuelve en sus brazos. Nos quedamos así, con mi cabeza apoyada en su hombro, hasta que escucho como alguien carraspea y levanto la cabeza. Es mi hermano.

Kenzo gruñe por la interrupción y casi hago los mismo, hasta que recuerdo que todos nos están viendo.

—Tienes que descansar, pequeña. Llevas días pesados y puedes enfermar — habla y asiento dándole la razón.

Kenzo me suelta y por un momento veo un poco de tristeza en su mirada.

—Estoy muy feliz, lo he pasado genial — me pongo de puntitas y dejo un beso en la comisura de sus labios —. Gracias por este día y por la ofrenda. Mi loba está euforica.

Suspira con una sonrisa y apoya su frente en la mía, dejando sus manos en mi cintura. Su aroma es tan exquisito que me siento en una nube cada vez que lo tengo a mi alrededor.

—Voy a hacer lo que sea para que confíes en mí y me des una oportunidad — me jura, sin dejar de mirarme.

Por un momento, juro por la Diosa, que me dan ganas de bajar mis barreras y lanzarme a su boca ahora mismo, pero si no pongo límites pueden volver a lastimarme.

—Confío en que lo harás — susurro con una sonrisa.

—¿Te quedas a cenar? — le pregunta mi hermano.

—No, mañana paso a por Jade para llevarla a las clases.

Ruedo los ojos y él se da cuenta.

—Vuelve a hacer eso con los ojos y te juro que te voy a azotar tan fuerte ese hermoso trasero, que no podrás sentarte en días — se inclina para susurrar muy bajo.

Se me escapa un jadeo y creo que me he vuelto un poco loca, porque no me asusta, me gusta la idea. Él me mira con una sonrisa lobuna cuando ve que junto un poco mis piernas. ¿Será un dominante como los de mis libros?

Por la Diosa, ¿qué estás pensando, Jade?

—Chicas, ya tengo que irme a casa.

—¿Te recojo mañana para ir juntas a clases? — le pregunto a Marie y ella asiente con una sonrisa.

—Sí, claro.

Ella me pasa su dirección y le digo que mañana paso a recogerla a las siete y media.

—Ya te dije que vas conmigo — habla mi amado mate con voz ronca.

—Anda, déjame ir en mi coche y lucirlo. Solo lo he utilizado una vez y ni siquiera estuve una hora — le digo, haciéndole ojitos, y pasando mis brazos por su cintura.

Escucho como Andreus y los mellizos se ríen entrando en casa. Él suspira antes de asentir y me acuerdo de los libros que me regaló.

—Se me olvidaron los libros en tu casa.

—No te preocupes, mañana por la tarde te los traigo — me dice y asiento.

Nana ya está haciendo la cena cuando entramos y nos mira con una sonrisa cómplice.

—Nosotros ya nos vamos — dice Aleska y nos damos la vuelta cuando Andreus se despide de ella con un beso húmedo.

Me despido de mis mellizos y Andreus se despide de Kenzo mientras me quedo de pie en el salón sin saber qué hacer.

—Mañana nos vemos, mi Luna — me pasa una mano por el cabello antes de dejar un beso en mi frente y otro en mitad de mi boca.

Por todos los Dioses. Lo miro con los ojos muy abiertos, sintiendo como mis mejillas arden, y él solo se ríe antes de irse. Una corriente eléctrica ha atravesado mi cuerpo y ni siquiera me ha besado bien.

Me voy a la cocina con nana para poner la mesa. Ya me estoy sintiendo un poco cansada por todo lo de estos días y lo de hoy. Ceno rápido y me despido de mi pequeña, pero amorosa familia.

En mi habitación preparo todo para llenar la bañera y relajarme un rato. Preparo la ropa para mañana, que consiste en un pantalón vaquero negro, un jersey color beige y unas botas del mismo color. Cierro el grifo al volver al baño.

Diosa, esto es la gloria. Cuando me mude, mi baño tiene que tener una bañera, o me niego a irme.

—O podemos decirle a nuestro Alfa que ponga una — susurra Afrodita. Esta loba descarada...

Me quedo ahí, hasta que el agua se vuelve fría, y me dejo el cabello suelto para que se seque solo. Me duermo pensando en la foto que me tiene que enseñar mi hermano, es la foto de mi lobita.

—Despierta, cariño.

—Solo cinco minutos más — le pido a Kenzo.

No responde, pero siento como se mete bajo las sábanas, repartiendo besos por mi barriga y subiendo hasta mis pechos que están desnudos. Se lleva uno a la boca y siento como succiona mi pezón.

Llevo mis manos a su cabello para que no se aparte, me gusta mucho esta sensación, y también me relaja.

—Buenos días, mi Luna.

—Buenos días, mi Alfa.

Besa mi boca como un demente, muerde mis labios y siento que baja una mano a mi entrepierna, encontrando un punto que me da un placer inmenso al mover su dedo en círculos. Pido más y siento como mete dos de sus dedos en mi interior. Sus manos son grandes y sus dedos largos. Siento que estoy llegando a algo y...

Me despierto asustada al escuchar una alarma. ¿Eso ha sido un sueño húmedo? Diosa... se sentía tan real. Llevo mi mano a mi zona íntima al sentir una pequeña incomodidad y noto que estoy húmeda. He soñado con Kenzo y estaba... excitada.

Por todos los Dioses. Corro al baño a lavar mis partes. Nunca me he tocado y ahora no tengo tiempo para experimentar, he quedado en recoger a mis amigas para ir a clases.

Bajo a la cocina y me encuentro con nana y mi hermano que ya están desayunando.

—¡Buenos días! — grito, saliendo por la puerta, y entro a mi coche.

La primera parada es en la casa de Aleska, que ya está en la puerta esperando.

—Buenos días, Jadeita — dice al entrar.

—Buenos días, Fiona — le respondo con una sonrisa y ella pone música en voz baja.

Marie ya está en la puerta y sonríe cuando nos ve.

—Buenos días, chicas.

Al llegar al instituto veo que todos se quedan mirando. Deben pensar que el auto me lo regaló Kenzo, pero no. Me lo regaló mi querido y gran hermano.

Marie va a su clase y nos despedimos de ella. Al llegar a la nuestra, vemos a Damon, quien me sonríe, y Aleska pone cara de asco cuando pasamos por su lado.

Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora