Jade
Sinnia me lleva con ella a la biblioteca, nuestro lugar. Desde pequeña siempre me ha traído aquí. Ella, nana y mi madre han sido las que me hicieron amar la lectura.
—¿Quieres algo de tomar o comer, cariño?
—No, estoy bien así, gracias.
—Veo que tienes unos arañazos, ¿quieres contarme que ha pasado, pequeña?
Asiento y le cuento todo. Noto como tensa la mandíbula cuando llego a la parte donde menciono a mi madre. Ellas eran mejores amigas, como hermanas.
—Espera aquí, iré a por una pomada para que cure más rápido.
Se va y vuelve con un tarro pequeño. Es natural, las hace ella misma y me la aplica mientras habla.
—La próxima vez, sácala fuera de la manada, cariño. Esa perra siempre os ha tenido envidia, desde pequeñas os ha hecho la vida imposible.
—Tienes razón, pero le he dado esta oportunidad.
—¿Y con mi hijo? Espero que lo estés haciendo sufrir un poco. Necesita que le bajen el ego — susurra como una niña pequeña que hace travesuras y me aguanto la risa. Nos puede escuchar.
—Sí, me hizo mucho daño. Sentí mi corazón roto en mil pedazos y ahora le toca sufrir aunque sea un poco.
—Estoy orgullosa de ti, cariño — me dice y deja un beso en mi frente.
Seguimos hablando un rato hasta que recuerdo que he quedado con Aleska, Marie y Alexander.
—Kenzo está en su habitación.
Asiento y me dirijo hacia la puerta para decirle que me lleve a mi casa. Me quedo quieta cuando abro y lo veo en su cama sin camisa, con los pies descalzos, los brazos detrás de su cabeza y una pierna encima de la otra. Oh, Diosa... ¿por qué pones esta prueba a una simple mortal?
Suspiro, sabiendo que debo tener la cara roja y alzo el mentón.
—¿Te vas a quedar ahí? — tiene el valor de burlarse de mí.
—Me tienes que llevar a mi casa, ahora.
Suelta una risa y da unas palmaditas a la cama diciéndome que me tumbe con él.
DIOSA.
—No. Estás loco si crees que me voy a meter en tu cama. Llévame a mi casa, he quedado con mis amigas y no tengo mi auto aquí.
—Asimila que más pronto que tarde lo harás, que vas a llevar a mis cachorros en tu vientre y que por supuesto, vas a dormir en mi cama — dice despreocupado y dirige la vista a la televisión.
Será...
—O me llevas o me voy caminando — me cruzo de brazos.
Se levanta para agarrar una bolsa de tela y la deja en la cama.
—Mira dentro — señala la bolsa.
Sé de dónde es y le echo un vistazo. Lo primero que veo es la portada 'Soy tuya'. Alzo la vista con las mejillas ardiendo y miro a Kenzo. ¿Él sabe de qué trata este libro? No creo, ni siquiera se ha inmutado. Los saco todos y son siete libros en total. Y todos los que tenía pendientes.
—Kenzo... no tenías por qué comprarme tantos libros — le digo, sintiendo que quiero saltarle encima para llenarle la cara de besos.
—Eres mi mujer, te voy a comprar todo lo que quieras, Jade. Acostúmbrate — se encoge de hombros y ruedo los ojos mientras le digo que me lleve a casa —. Túmbate un rato conmigo y te llevo.
—Me estás manipulando para salirte con la tuya — le digo poniendo los brazos en jarra.
Él se ríe tirado en la cama. ¿A quién quiero engañar? Yo también quiero. Me quito la chaqueta y las botas viendo como sonríe de lado.
Si él quiere jugar, pues yo también. Dejo mi mano en su pecho, levanto una pierna para enredarla con la suya y dejo mi rostro en su cuello. Se tensa por un momento y al segundo, tengo su brazo en mi espalda y su mano en mi cintura para pegarme más a él.
—No me tientes, Jade. No tengo mucho autocontrol.
—Solo quiero estar abrazada a mi Alfa — le digo inocentemente y me abraza aún más.
—Pues quédate aquí y no te muevas.
Asiento y él apaga la televisión. Nuestras respiraciones se vuelven lentas y me dejo llevar por el sueño
Me levanto al sentir que tengo algo duro en la cara y abro los ojos. Estoy durmiendo encima de Kenzo. Por la Diosa...
Intento bajarme y siento como su mano se aferra a mi cadera.
—Quédate ahí — murmura con la voz ronca. No, señor.
Me bajo de la cama y me pongo las botas escuchando como resopla.
—¿A dónde vas, Jade?
—A mi casa, quiero ir a correr con mis amigas. Aún no he visto a mi loba y quiero hacerlo.
—Voy contigo, puede ser peligroso. Aún no controlas a tu loba — dice levantándose y se pone un chándal.
—Sí, porque alguien tenía prisa por querer rechazarme — digo entre dientes.
No dice nada y veo que son las cinco de la tarde. Reviso mi teléfono encontrando varias llamadas de Aleska y la llamo para decirle que voy en camino. También aviso a Marie y le explico lo que quiero hacer y se apunta.
Cuando llegamos a mi casa están todos menos Marie, que viene en camino.
—¿Estás bien, pequeña? — pregunta mi hermano cuando llego y lo abrazo.
—Sí, quería pedirte que le hicieras una foto a mi loba.
—Claro, vamos al jardín y luego vamos al bosque.
Todos se dan la vuelta para que yo pueda desnudarme. Kenzo se resiste, pero mi hermano se cruza de brazos haciendo que ruede los ojos.
Me quedo desnuda y le doy paso a mi loba. Duele, pero no como la primera vez y todos me miran asombrados. Andreus toma la foto y vuelve a casa a dejar las cosas.
Escucho un jadeo y veo que es Marie mirándome con la boca abierta.
Todos se dan la vuelta para quitarse la ropa, menos Kenzo, a él no le importa su desnudez y es que en realidad a nadie de la manada le importa, pero mi loba gruñe en desacuerdo al estar mostrando lo nuestro. Él se da cuenta y nos sonríe antes de darle paso a su lobo.
Un lobo negro como la noche, de ojos azules como el mar. Es fuerte, violento y grande como ninguno. Se acerca con pasos firmes y es mal alto que yo.
—Mi dulce Luna — habla Sombra.
—Mi Alfa — responde Frodi con amor.
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Mi Luna
WerewolfKenzo Parker se niega a creer que Jade, la hermana de su mejor amigo, sea su mate y destinada. Piensa que la Diosa Luna le está jugando una broma y no la acepta, sin embargo, él sabe que Diosa Luna nunca se equivoca. ¿Qué hará a partir de ahora? Jad...