Capítulo 6

8.4K 583 70
                                    

—¡Orcos! —gritó Boromir.

Corrió hacia la enorme puerta por la que habían entrado y la cerró rápidamente. Aragorn y Légolas le ayudaron a trancarla y en menos de un minuto, los gritos fueron amortiguados por la madera que los separaba momentáneamente del peligro.

—Vienen unos cincuenta, al menos... Y también traen un troll —informó el pelirrojo, recobrando el aliento.

Se alejaron de la puerta y se pusieron en posición con las armas. Los elfos y Aragorn cargaron los arcos, listos para derribar al primer enemigo que apareciera bajo el umbral de la entrada.

—Rápido, quédense con Gandalf —ordenó Isabelle a los medianos.

El tropel se aproximaba a una velocidad impresionante. Las paredes comenzaron a temblar y los gritos no tardaron en confirmarles que ya estaban ahí, justo del otro lado.

—¡Vengan de una vez! —gruñó Gimli, furioso, subiendo a la tumba de Balin— ¡Aún hay un enano aquí respirando! —gritó. Su tristeza había sido reemplazada por odio y sed de venganza.

Después de minutos de forcejeos y golpes contra la madera, las puertas se abrieron de par en par, haciéndose añicos. Los orcos, trasgos y uruk hai entraron desesperados por acabar con todo lo que tuviera vida

Frodo, Merry y Pippin luchaban juntos en un rincón, mientras que Sam asesinaba orcos con una sartén.

A medida que los enemigos iban disminuyendo, aparecía el doble del otro lado. Hasta que un grito se hizo oír a través del caos, acompañado de temblores que parecían ir al compás de sus pisadas: se trataba de un troll enorme y maloliente. Después de unos segundos de sorpresa, Légolas e Isabelle le dispararon directo a la cabeza, pero lo único que consiguieron, fue enfurecerlo más.

—¡Tengo una idea! —gritó la elfa en su idioma— ¡Creo que podríamos matarlo, si lo atacamos por la espalda!

Légolas asintió y con la agilidad característica de su especie, escaló un poste y subió al techo del salón. El troll pareció comprender la nueva estrategia, por lo que se apartó rápidamente hacia una de las esquinas contrarias y gruñó furioso.

Los hobbits, quiénes habían estados ocultos ahí desde que el troll había llegado, se apartaron aterrados antes de que la bestia los atrapara. Sin embargo, Frodo tropezó en el trayecto y cayó cerca del monstruo.

Al verlo, Aragorn tomó una de las lanzas que habían en el suelo, corrió hacia el troll y se la clavó en la pierna, pero la criatura lo apartó de un manotazo y lo empujó contra la dura pared.

—¡Aragorn! —gritó Frodo, aterrado.

Se puso de pie y corrió hacia el castaño para ver si estaba bien, pero no llegó muy lejos. El troll lo empujó contra la pared, tomó la lanza que tenía enterrada en la pierna y se la clavó en el hombro. El hobbit soltó un alarido de dolor y se desplomó, inconsciente.

—¡No! —chilló Isabelle, horrorizada.

Sintió que los párpados y la garganta le ardían por aguantarse las ganas de llorar, sin embargo, se obligó a seguir luchando para evitar que alguien más saliera lastimado. Escaló hasta el techo, y le disparó una flecha al troll directo a la cabeza. El monstruo gruñó y se lanzó directo hacia ella, cayendo directamente en su trampa.

Una batalla por el Amor [Légolas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora