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La conciencia no es la voz de la naturaleza, sino del prejuicio.


JungKook se encontraba en su auto, oculto en las sombras, observando la cafetería desde la distancia. A través del cristal, vio a Hyeri, su cabello oscuro cayendo en su rostro mientras reía con el chico que estaba frente a ella. El corazón de JungKook latía con una mezcla de celos y furia.

A su lado, su primo SeungHo, también conocido como "Hoony", fumaba un cigarrillo. Hoony era su secuaz más leal, y su rostro curtido por la vida reflejaba la preocupación.

— ¿Por qué sigues obsesionado con esa chiquilla? — preguntó, su voz ronca.— No es más que problemas, JungKook. Problemas para ti, para el negocio y para nuestras familias.

JungKook apretó el volante con fuerza.

— ¿Problemas? — gruñó.— Ella es mí problema, Hoony. Mi maldito problema y perdición. — Las imágenes de Hyeri con el chico en la cafetería se agolparon en su mente.— No puedo dejar de pensar en ella. No puedo permitir que nadie más la toque.

— ¿Y qué ganas con eso? — Hoony exhaló una bocanada de humo.— ¿Una guerra con el cartel rival? ¿La muerte de todos nosotros?

La ira se apoderó de JungKook.

— No te metas en mis decisiones, Hoony. ¿Tengo que recordarte que yo soy el jefe aquí? — Sus ojos se clavaron en los de su primo.— Si ella no viene a mí, yo iré a por ella. Y si eso significa desafiar al mundo entero, lo haré.

Hoony suspiró, pero no dijo más. Sabía que no podía detener a JungKook cuando su obsesión ardía como una llama incontrolable. El auto arrancó, y JungKook se alejó de la cafetería a gran velocidad, decidido a calmar su ira con la puta que siempre lo calmaba.

——— • ☙ • ———

En la penumbra de su mansión, JungKook atravesó los pasillos con pasos apresurados. El eco de sus propios pensamientos resonaba en su mente, una tormenta de obsesión y deseo. Hyeri, la chica prohibida, lo atormentaba con su mirada inocente y coqueta. Cada vez que la veía, su mundo se desmoronaba un poco más.

La puerta de su habitación se abrió, y allí estaba ella: Evelyn, la mujer que había elegido para calmar sus demonios. Su cabello oscuro caía en ondas sobre sus hombros mientras estaba acostada sobre la cama con sus senos resaltantes sobre su brasier vinotinto al igual que el bikini de su parte baja y por encima una bata de seda del mismo color. Sus ojos eran un abismo de lujuria junto a esos tentadores labios rojos de pasión desenfrenada. Evelyn conocía su tormento, su obsesión por Hyeri, y estaba dispuesta a aliviar su carga cuando él lo ordenaba.

Al menos hasta que perdiera con totalidad su cordura.

— JungKook. — susurró, acercándose a él, quien estaba rojo de la ira.— Estás al borde del abismo. Deja que te calme. — Sus dedos rozaron su mandíbula, y JungKook cerró los ojos, dejando que la tensión se disipara. Evelyn era su refugio, su calmante para el dolor en su miembro.

Pero como todo calmante, su efecto pasaba al tiempo, y nuevamente sentía el deseo y la opresión de tener que contenerse ante los encantos y la seductora presencia de Hyeri.

— Desnudate. — ordenó JungKook con su voz ronca. Ella procedió quitandose la bata de seda y le sonrió de forma sensual, él suspiró acariciando los lados de su cuerpo con el dorso de sus dedos.— necesito dejar de pensar en ella... aún no sé porqué no puedo sacarla de mi puta cabeza.

Evelyn sonrió, sus labios rozando los suyos.

— Porque el deseo es un veneno, y tú estás intoxicado. Pero yo puedo ser tu antídoto.— Que equivocada estaba. Sus manos se deslizaron por su espalda, y JungKook se hundió en su abrazo. El estrés, la ira, todo se desvaneció mientras ella lo sostenía.

— Satisfáceme. Necesito despejar mi mente. — suspiró JungKook con su labios rozando en los de ella.

— Te calmaré. — susurró Evelyn, y sus labios encontraron los suyos en un beso salvaje y húmedo.

En ese momento, en esa habitación oscura, JungKook dejó que su obsesión se desvaneciera, al menos por un instante. Hyeri seguía allí, al acecho, pero Evelyn era su despeje, su tregua en medio de la tormenta.

Al menos por un momento.

——— • ☙ • ———

Ya en la noche, casi a media noche, JungKook salió de su habitación, ajustando los últimos botones de su camisa y arreglando el dobladillo en su pantalón. La mansión estaba en silencio, los pasillos alfombrados amortiguando sus pasos. La reunión con los socios era inminente, y la tensión se aferraba a su piel.

En el camino hacia la sala de reuniones, se cruzó con Lena, una de las encargadas de la limpieza. Su cabello negro estaba recogido en un moño, y sus ojos brillaron al verlo. Lena era hermosa, con curvas que desafiaban la gravedad y una sonrisa que prometía secretos.

Y ese secreto no tan secreto era lo bien que lo mamaba. En realidad follaba muy bien, pero las mamadas eran lo suyo.

No se crean, con semejante cuerpo que se cargaba ¿no creerían que sólo se encargaría de la limpieza, verdad? La tenía a su disposición para cualquier arranque de excitación en caso de que no estuviera Evelyn.

— JungKook — murmuró, su voz suave como la seda.— ¿Tienes prisa? — Sus ojos lo recorrieron de arriba a abajo, y JungKook sintió el calor de su mirada.

— La reunión. — respondió, su mente aún en los negocios.— Asuntos importantes.

Lena se acercó, su perfume dulce llenando el pasillo.

— Te ves tenso... — murmuró acercándose a su oido con seducción.— ¿Necesitas relajarte hoy? — Sus dedos rozaron su brazo, y JungKook inhaló profundamente.— Puedo hacerte sentir bien.

El estrés lo tenía al borde del abismo, y la oferta de Lena era tentadora. Pero Hyeri seguía en su mente, su mirada inocente y coqueta. JungKook sonrió de lado, la obsesión ardiendo en su interior.

— Otra vez será, Lena — murmuró, apartándose de ella.— Tengo asuntos importantes que atender. — Y con eso, siguió su camino hacia la sala de reuniones, donde sus socios lo esperaban.

Debía demostrar poder, no debería dejarse dominar en sus negocios por ella. Hyeri podía atormentarlo, pero él era el jefe, y no dejaría que nada ni nadie lo apartara de su camino.

dαmηα†iσɳ ᴶᴶᴷ|₊₁₈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora