『⁵⁰』

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❝ Mı forma de pensar es el resultado de mıs reflexıones. Es parte de mı ser ınterıor, la forma en que estoy hecho.❞

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El sol abrasador del mediodía caía implacable sobre el campo de entrenamiento militar. JungKook, con el rostro perlado de sudor, realizaba flexiones junto a otros soldados, su mente dividida entre el presente y los fantasmas del pasado. Cada flexión era un recordatorio de su acuerdo con la policía, un pacto que lo mantenía alejado de la prisión a cambio de entregar a sus antiguos compañeros de la mafia.

De repente, el comandante se acercó, su sombra proyectándose sobre JungKook.

— Jeon, tienes una visita. — dijo con voz firme. JungKook se levantó, limpiándose el sudor de la frente, y siguió al comandante hasta una pequeña oficina improvisada en el campo.

Allí, esperándolo, estaba el detective Kim NamJoon, con una suave sonrisa en el rostro.

— JungKook, veo que te está yendo bien. — mencionó con una sonrisa suave, pero JungKook permanecía serio e impasible.— tengo algo para ti. — dijo extendiéndole un sobre. JungKook frunció el ceño, confundido, tomó el sobre y lo abrió con manos curiosas. Dentro, encontró una foto instantánea y varios documentos.

Los documentos revelaban que una señorita llamada Min EunJae vivía en una zona prestigiosa de Estados Unidos. Había enviudado dos años después de casarse, pero lo que más llamó la atención de JungKook fue la foto adjunta. En ella, reconoció a Hyeri, su Hyeri.

NamJoon, observando la reacción de JungKook, añadió con voz calmada:

— Hyeri está protegida bajo las leyes norteamericanas en un pacto con la policía de Corea del Sur. Ella y el bebé, Min BaiJun, están a salvo y viven en tranquilidad.

JungKook sintió una oleada de alivio recorrer su cuerpo. Miró al detective y, con una sonrisa suave, murmuró:

— Gracias.

El detective, sorprendido por la actitud de JungKook, sonrió igual y asintió.

— Disfruta de la foto. — apuntó la misma antes de salir de la oficina.

JungKook se quedó solo, mirando la foto de su hijo, BaiJun, un bebé ya con seis meses con una sonrisa radiante que seguro fue provocada por su mamá

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JungKook se quedó solo, mirando la foto de su hijo, BaiJun, un bebé ya con seis meses con una sonrisa radiante que seguro fue provocada por su mamá. En la parte inferior de la foto, había un mensaje grabado:

"Estoy creciendo fuerte y sano, papá. Te amo.
–BaiJun."

Con lágrimas acumuladas en los ojos, JungKook acarició la foto, sintiendo una esperanza renovada. Hacía años que no se sentía así. En medio de la oscuridad de su vida, esas mejillas rosadas y esa sonrisa eran un faro de luz, un recordatorio de que aún había algo por lo que luchar.

dαmηα†iσɳ ᴶᴶᴷ|₊₁₈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora