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❝ Las conversaciones, como ciertas partes de la anatomía, siempre fluyen mejor cuando se lubrican.❞

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Hyeri abrazó sus piernas sentada sobre la cama. Era más de medio día y tenía hambre. Nadie había ido a verla en dos horas y le parecía poco empático. Aunque ¿Quién desafiaría a Jeon JungKook?

Sólo Lucifer podía... espera ¿él no era lucifer?

Escuchó la cerradura de la puerta y ella rápidamente limpió sus mejillas. No debió derramar ni una sola lágrima, ahora todos notarían que había llorado. Cuando la puerta fue abierta ella no miró, pero por la sombra reflejada en el piso supo que no era el señor Sung, la sombra indicaba que era un hombre joven y de hombros anchos. No quería verlo.

Sus zapatos sonaron en la baldosa y caminó hasta llegar a su lado. Escuchó como dejó una bandeja en la mesa de noche a un lado de la cama y tragó fuerte con lo delicioso que olía. El peso de su cuerpo se sintió a un lado suyo en la cama, u prontamente una mano con anillos le tomó la barbilla.

Vio el rostro de JungKook y parecía un tanto preocupado y arrepentido.

— No quería hacerte llorar... pero es que... — Hyeri quitó el rostro de su mano y él la dejó tranquila. Le colocó el cabello detrás de la oreja y suspiró acercándose a su cabeza para dejar un suave beso, pero Hyeri también lo esquivó.

— Quiero irme de aquí. — murmuró bajito con la voz un poco cortada por el llanto de un momento atrás. JungKook la miró fijamente, ella tenía un perfil precioso.

— No quieres, créeme. — murmuró con la voz ronca.— Hyeri. — llamó y ella lo miró de reojo con molestia.— no quería portarme así contigo, muñequita. — le acarició la mejilla y ella simplemente siguió viéndolo.— pero cuando me retan no me puedo controlar... con los demás puedo ser un hijo de puta, pero... — le acarició la mejilla con suavidad y ella cerró los ojos para sentir dicha caricia.— no contigo. — susurró.

Hyeri resopló una sonrisa burlona.

— Sí claro... lo fue hace unas horas. — murmuró con amargura. Él suspiró asintiendo.— es inevitable viniendo de un hombre como usted. — JungKook no dijo nada, simplemente se quedó admirando la belleza de su joven musa. Así hasta que ella volvió a hablar.— ¿A qué se refiere con que no quiero irme? — lo miró y él vio a otro lado antes de mirarla.

— Llevas aquí desde anoche, tu guardaespaldas vio como te sacamos del club ¿y tu padre no ha enviado a nadie por ti? — hizo alusión a la situación que hacía un momento se preguntaba.— ¿Segura que quieres volver? — Preguntó con tono meloso.

— Es usted un mentiroso... sólo lo dice para alterarme y decepcionarme. — murmuró amargada y no pudo evitar ver de reojo la sopa que reposaba caliente sobre la bandeja, y él lo notó.

— Tienes hambre. — mencionó, no era necesario preguntarlo.— ¿Por qué no comes un poco? La sopa está deliciosa. — murmuró tomando la cuchara para revolver el caldo de dónde se veían varias presas de pollo.

Hyeri no dijo nada. Tenía hambre, por supuesto. Pero también temía probar algo que viniera de él.

— No probaré algo que haya venido de usted. — murmuró volteando la mirada y él sonrió sin apartar la mirada de la sopa.

— Sé que es difícil convencerte... pero puedes confiar en mi. — Hyeri lo miró nuevamente.

— ¿Lo dice en serio? — preguntó con sarcasmo.— acaba de ponerme la pistola en la sien. ¿Cómo piensa que confiaré en usted?

dαmηα†iσɳ ᴶᴶᴷ|₊₁₈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora