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❝ En una era de absoluta corrupción, la mejor actitud es hacer lo que hacen otros.❞

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Habían pasado muchos días, casi dos semanas y su padre ni por el mismísimo coño se había aparecido.

Ella no podía seguir allí.

Hyeri se sentía sofocada, muchas veces se sentía desesperada y sin aire. El tema de la ansiedad la consumía desde que llegó a esa mansión. Tenía que aguantar las entradas nocturnas de Jeon a su habitación cuando estaba borracho, pero al menos hasta en ese estado se limitaba a simplemente acariciarle los brazos y acostarse detrás de ella para olerle el cabello y el cuello. Terminaba quedándose dormido hasta que por sí mismo se despertaba antes de la salida del sol.

Muy extraño, ya había recopilado varios días en ello, Jeon tenía cierto trauma o manía de loco para despertar siempre a la misma hora a pesar del estado en el que se encontrara.

Aunque igualmente debía irse de allí, pero por sí misma no podía, temía lo que le pudiese pasar si lo intentaba. Y quería hacerlo sólo para escapar del pequeño placer y gusto que le causaba a veces ese hombre, le daba miedo que le empezara a gustar. Al principio sólo era una broma, levantarse la falda aquella vez era una broma, seguirle el juego era simplemente eso: un juego.

Pero para Jeon JungKook fue realmente serio.

— Señorita Hyeri. No ha tocado su comida. — mencionó con suavidad el señor Sung mientras entraba de nuevo a la habitación.

— No tengo hambre, Señor Sung. — contestó con tono bajo y suave, el mayor la vio con pesar.

A pesar de que no podía decir nada más allá de esas paredes, entendía perfectamente la angustia de la joven.

— ¿Puedo decirle algo? — murmuró el mayor y Hyeri levantó la mirada del piso pulido.

— Claro. — asintió en el mismo tono y le apuntó su cama, allí ambos se sentaron frente a frente.

— Sé que lo que hizo el joven Jeon esta muy mal... pero lamentablemente no podemos opinar al respecto. — Hyeri miró sus ojos llenos de sabiduría por la edad y él prosiguió.— pero todo esto ha pasado por lo cruel que fue la vida con él desde joven... nunca quiso seguir el cartel pero se vio obligado y ahora parece que lo ama demasiado. — dijo con pesar.— eso trae vivir en este mundo, el joven Jeon se obsesionó con el poder, con el dinero... y ahora parece que de verdad no está bien de la cabeza al secuestrarla a usted.

— Pues hace mucho que debieron notar que no estaba bien de la cabeza ¿no? — el señor Sung sonrió levemente.

— Nunca creímos que llegaría a este punto. — mencionó.— pensábamos que se le pasaría si se casaba con una mujer de este mundo...

— Pero no fue así. — continuó ella y él asintió lentamente.

— Creo que lo mejor para usted es que hubiese estado fuera del país desde antes de empezar la universidad... de ese modo no se atrevería a hacerle lo que le hizo. — murmuró.— No quiero ser pesimista, señorita, pero no veo una fecha cercana en que su vida vuelva a ser normal... — Hyeri lo vio algo asustada y él le tomó la mano para tranquilizarla.— la única manera de salir de la presión en la que usted vive ahora es si aprende a vivir en el mundo del joven Jeon, o si termina provocando que él la asesine. — Hyeri se puso pálida, recordando cuando le insistió a Jeon de que le disparara.

— No sería capaz de matarme ¿o sí? — preguntó un poco temblorosa. Él sonrió levemente, con un poco de ironía.

— No tiente a la suerte, señorita. — murmuró.— ya dijimos que el joven parece tener un problema aquí. — apuntó su cabeza y Hyeri tragó fuerte.— así que, lo mejor es no provocarlo... y evitar así un mal momento para su familia ¿no cree?

dαmηα†iσɳ ᴶᴶᴷ|₊₁₈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora