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❝ Cuando alguien ha tenido suficiente de algo es porque ya ha tenido demasiado.❞

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Hyeri recordó ese día como uno de los más amargos de su vida, para no decir el más amargo.

Vio el televisor el cómo anunciaban en las noticias lo ocurrido y la cantidad de fallecidos que hubo era sorprendente.

Habían publicado todo sobre JungKook, revelando qué hacía realmente y lo que la policía incautó al entrar a la propiedad. Cerró los ojos fuertemente queriendo llorar por todo eso, pero agradecía que al menos estiviera vivo.

En las noticias mencionaron varias de las víctimas, entre ellas Hoony, por lo cual quiso llorar al recordarlo de la última vez que lo vio, cuando le entregó su tarjeta para cualquier cosa que a ella se le presentara.

También cuando lo llamó para ponerlo en alerta de lo que ella creía que tramaba su padre... y tenía razón. Esa fue la última vez que lo oyó.

Levantó la mirada una vez más cuando mencionaron que Hoony estaba con vida y fue trasladado de urgencias al hospital más cercano y que aunque las probabilidades de que viviera eran casi nulas, ella suspiró por eso.

— Más te vale no decir ni una palabra de esto a nadie... — Le apuntó su padre furioso. Ella siguió llorando y no le dio la mirada nuevamente.— veré qué hago contigo después, pero ahora mismo no quiero ni verte. — murmuró serio y ella sorbió su nariz. Ella sabía que estaba furioso, pero él no era capaz de hacerle nada... Al menos no físicamente, pero mentalmente sí que la había destrozado.

El hombre se fue y ella levantó la mirada al televisor una vez más. El señor Sung fue el único que salió ileso de todo, pues al parecer estuvo escondido hasta que llegó la policía. Eso también la hizo suspirar aliviada.

Lo único de lo que no decían nada era de la supervivencia de JungKook, ni siquiera dónde lo tenían recluido.

Todo eso era una mierda, un caos total que la hizo colocar los codos en las rodillas y las manos en su rostro para seguir llorando.

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La propiedad de HaRu está rodeada por altos muros y guardias vigilantes. Hyeri, con una expresión decidida, se dirige hacia la puerta principal, pero es detenida por dos hombres robustos que custodian la entrada.

— Lo siento, señorita Hyeri, pero no puede salir. — dijo levantando una mano para detenerle el paso.

— ¿Qué? ¿Por qué no puedo salir? — preguntó con su ceño fruncido.

— Son órdenes de su padre. — respondió con firmeza.

Hyeri, frustrada y confundida, dio media vuelta y se dirigió rápidamente hacia el despacho de su padre. Al llegar, abrió la puerta sin tocar, encontrando a HaRu sentado detrás de su escritorio, revisando unos documentos.

— ¿Por qué no puedo salir de la casa? ¿Qué estás haciendo? — preguntó alterada.

HaRu levanta la vista, su expresión se endurece al ver la agitación de su hija.

— ¿Y que vayas a visitar a ese desgraciado? — preguntó con una sonrisa malévola.— no puedes salir de la casa hasta que esté seguro de que esté en la cárcel con mayor seguridad del país, sin posibilidad de visita. — dijo firme y molesto, imponiéndole reglas a la chica.

— ¡No puedes hacerme esto! ¡no puedes dejarme aislada del mundo! — exclamó sorprendida y molesta. Su padre le respondió golpeando la mesa con la mano.

dαmηα†iσɳ ᴶᴶᴷ|₊₁₈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora