Confía en la magia

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Aurora.

Cuando cumplí siete años mis padres me enviaron a mí y a mi hermano mayor a Nuuk, una pequeña ciudad costera de Groenlandia donde solía vivir nuestro abuelo. Recuerdo el frío desde mis mejillas hasta la punta de mis dedos, solo era hasta entrar a su pequeña cabaña color rojo brillante, recuerdo sentirme inmediatamente acogida por la chimenea y el delicioso olor que provenía de la cocina, rolls de canela, mis favoritos.

―Espero que estés lista pequeña Aura, hoy conocerás al fin las Auroras Boreales ―mencionó mi abuelo guardando un termo de café en su mochila.

Se acercó a mí y me puso un gorro de lana que aplastaba mi cabello rubio. Estábamos a punto de emprender una corta caminata hacia un lago desértico de ciudadanos, solo nosotros dos.

Sin esperar más, comencé a seguirlo. Cubierta de abrigos y ropa caliente, el frío era casi descomunal, pero estaba lista para pedirle a las luces del cielo mi deseo de cumpleaños.

Llevábamos algunas cuadras recorridas hasta que comencé a divisar el brillo en el cielo, reflejándose en el lago con colores violeta, azul y verde. No podía creer que estaba frente a ellas, luego de todas las historias que mi abuelito me había contado.

―Acércate Aurora ―él tomó mi mano y nos quedamos debajo de las luces―. Admira sus colores y movimientos, recuerda el poder que tienen y confía en la magia que poseen. Cierra los ojos y desea con el corazón para ser escuchada.

Cerré mis ojos y respiré con tranquilidad.

Por favor, a quien sea que me esté oyendo, sean o no las Auroras, quiero confiar en que algo o alguien pueda ayudarme. Hagan que mis padres nos quieran, que devuelvan nuestras llamadas. Mi hermano y yo los amamos y prometo portarme bien. Deseo que vuelvan por nosotros.

Mi hermano Carson intenta ocultarlo, pero se lo dolido que esta por todo esto, sé que intenta no demostrarlo por mí, pero lo conozco. Queremos a nuestros padres. Por favor lo deseo con todo mi corazón.

Lleve mi mano al corazón para demostrar mi deseo. Yo amaba a mi abuelo, pero me había esforzado cada día por ser una niña buena, con buenas calificaciones, había intentado ser perfecta y ellos se habían olvidado de mi existencia. En los dos años que nos dejaron aquí con mi abuelo, dejamos de importarles. Nos habían abandonado.

Sin embargo, 22 años después de luchar y trabajar tan duro que mis manos sangraban, acababa de ser reemplazada luego de esperar mi ascenso a la gerencia de diseño de moda. Había sido tan fácil relevarme de mi puesto por querer a alguien más joven en su famosa marca de diseñador.

―Estas diciendo que he trabajado para ti por diez años y vas a ascender a alguien de 20 años que lleva con nosotros tan solo 6 meses ―quería confirmar que lo que Darla, mi jefa, decía era correcto.

―Escucha Aurora, tienes un talento enorme, pero te faltan algunas cosas para este importante puesto querida ―ella ni siquiera me miraba a la cara, estaba ocupada firmando papeles.

―Si es la última decisión, quiero presentarte mi renuncia formal Darla. Te di los mejores años de mi vida. Este trabajo me privo de miles de cosas, le di hasta lo último que tenía. Si no me dan el reconocimiento por haber llevado esta marca al mundo, me iré ahora mismo y lo lamentaras en solo semanas ―titubee mientras mis manos temblaban, realmente esperaba que no me dejara ir así, pero si lo hacían, mi corazón sabía que era lo correcto para mí.

―Aurora, nadie aquí es importante, apenas yo recibo reconocimiento. Pero te deseo mucha suerte en este complicado mundo ―ni despidiéndome logré que se fijara en mí, empezaba a creer que tal vez jamás conoció mi rostro.

Bajo la AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora