Epílogo

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Aurora.

Dos años después.

Un día perfecto, o al menos lo más cercano a la perfección que había conocido en mucho tiempo, comenzaba con el sonido de las máquinas de coser y el eco de las conversaciones en mi tienda. Hoy entregaba un vestido muy especial, uno que me había tomado semanas completar, cada puntada realizada con amor y dedicación. Cada vez que creaba algo, una parte de mí quedaba en esas telas, en los encajes, en los detalles. Y eso me llenaba de una sensación de paz, como si estuviera dejando una huella en el mundo, en la vida de cada novia que veía realizar su sueño.

Entregué el vestido con una sonrisa cálida, casi maternal, deseando que la novia lo disfrutara tanto como yo había disfrutado creándolo.

—Es perfecto —dijo la clienta mientras lo sostenía contra su cuerpo, y mi corazón se hinchó de orgullo.

Después de asegurarme de que todo estaba en orden, me acerqué a la recepcionista, Olivia, que parecía estar más tensa de lo habitual.

—Olivia, ¿todo bien? —le pregunté con curiosidad. Era una chica eficiente, pero hoy parecía algo distraída.

—Es solo que... —dudó un momento, pero luego se animó—, la revista The Bride llamó. Están encantados con los nuevos diseños y quieren hacerte una entrevista. Quieren destacarte como la diseñadora más solicitada del momento.

Mi corazón dio un pequeño salto. Esa era una oportunidad increíble. Sin embargo, mis prioridades habían cambiado en los últimos dos años.

—Eso suena maravilloso —dije, intentando no mostrar demasiada emoción—. Pero vamos a tener que agendar esa entrevista para después de agosto. Recuerda que me voy de luna de miel con Archer.

Olivia asintió rápidamente y comenzó a teclear en su agenda mientras yo me dirigía a la sala de trabajo. Al entrar, un murmullo de saludos me recibió. Las diseñadoras que trabajaban conmigo eran talentosas, cada una aportaba algo único, pero siempre había esa mirada de admiración y respeto cuando me veían. Solían bromear con que todas querían ser yo, y aunque me hacía sonreír, también me hacía recordar los tiempos en los que yo era la que soñaba con ser como alguien más, así que apoyaba a cada una a ser ellas mismas, todas lograrían cosas grandes.

Me acerqué a una de las mesas y ofrecí algunas sugerencias en los diseños. Estaba disfrutando del momento cuando sentí una presencia familiar detrás de mí. Me di vuelta y allí estaban Birdie y Sussy, vestidas en hermosos vestidos color celeste cielo, su figura y la de Sussy iluminaban la sala con elegancia.

—¡Mamá! Papá está buscándote por todos lados —dijo Birdie, su voz ya más madura, pero aún llena de esa ternura que me derretía el corazón.

Sonreí, disculpándome mientras miraba mi reloj. Era cierto, ya estaba un poco tarde. Me incliné para besar la frente de Birdie con cariño.

—Lo siento, cielo. Ya nos vamos, solo dame un minuto.

Sussy, con su barriga de seis meses, sostenía mi vestido de novia envuelto en una funda donde no se lograba ver el interior. Era un gran día, y verla así me llenaba de felicidad, era mi mejor amiga y me sonreía con admiración. Ella iba a ser madre pronto, y yo sería la madrina del pequeño Joan, mi ahijado, un título que llevaba con mucho orgullo.

—¿Cómo te sientes con el embarazo? —le pregunté a Sussy mientras caminábamos hacia el auto.

—Bueno... —respondió con una sonrisa—. Aún me da asco algunos olores, pero fuera de eso, todo está bien. ¡No puedo esperar a que llegue el bebé! —Ambas reímos, aliviadas de que todo marchara bien.

Bajo la AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora