Días que se esfumaron

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Aurora.

Hoy era sábado, lo que significaba estar más tiempo en la cama, sin embargo, debía esforzarme y levantarme. Hoy pintaría la casa antes de que nieve otra vez o la arruinaría.

Me puse mis medias calentitas, un traje térmico y mi gorro amarillo. Tratando de contener energías me comí una manzana en la isla de la cocina, en absoluto silencio, hasta que alguien golpeo la puerta. Al abrirla una pequeña conocida de cabello rubio estaba allí.

―Birdie ¿Qué haces aquí? ―le pregunté preocupada poniéndome a su altura.

―Papá está durmiendo. Los escuché anoche, no quise que pelearan por mi culpa, no te vayas, Aurora ―Birdie estaba llorando e inmediatamente me abrazó.

―Tranquila cielo, no es tu culpa ¿bien? Te lo prometo, todo estará bien ―la senté en el sofá conmigo y aún me abrazaba, le acaricié el cabello mientras trataba de calmarla.

Mi teléfono mostró que Archer estaba llamándome.

―Es tu padre Birdie, debo decirle que estas aquí, pero te prometo que todo estará bien y hablaremos sobre esto. Tú tranquila, espérame aquí ―sequé sus lágrimas y me alejé un poco para hablar con su padre.

―Aurora, siento lo de anoche, de verdad. Estoy desesperado, Birdie no está en su cama, no está en la casa ―Archer hablaba asustado y a punto de romperse.

―Archer, Birdie está aquí, acaba de venir hace un minuto. Ella...

Me cortó y entonces sentí terror recorriendo mi cuerpo por lo que ese hombre podría hacerme, estoy metida en un problema gigante.

Abrí la puerta antes de que la rompa de una patada y allí estaba, desesperado. Fijó su vista solo en su hija con preocupación, pero aflojando la mandíbula, se notaba que apenas había salido de la cama. Birdie corrió a abrazarme y se colocó detrás de mi usándome de escudo. Archer no dijo nada y solo me hizo a un lado para abrazar a Birdie, ella le correspondió a su padre y estaban en absoluto silencio. Pude sentir el consuelo de Archer, solo quería a su hija bien.

―Birdie no puedes volver a hacerme eso, nunca en tu vida ―el tomó la cara de su pequeña entre sus manos y le suplicó.

―Lo siento papi ―se volvieron a abrazar y segundos después él se volvió a poner de pie―. No quiero que Aurora deje de trabajar en el consultorio, no quiero que peleen más ―Birdie nos rogó a ambos.

Archer y yo nos miramos por un segundo con vergüenza por nuestras palabras la noche anterior.

―Cielo, ¿puedes sentarte por allá? Los mayores debemos hablar solos ―ella hizo una mueca, pero obedeció a su padre.

La pequeña volvió al sector de la sala mirando los libros y nosotros nos encerramos en la cocina.

―Te juro que no le dije nada, no intente nada, estoy tratando de cumplir mi promesa. Ella solo llegó aquí llorando, estaba a punto de llamarte, lo juro. Ni siquiera sé cómo sabe dónde vivo ―no le había dado tantas explicaciones a nadie en mi vida, pero este hombre emanaba que si te metías con su hija podrías morir instantáneamente.

―Lo siento mucho, Aurora. Ayer metí la mata como nunca. Siento mucho lo que te dije, realmente no quería lastimarte de esa manera. Es que simplemente con verte, algo dentro de mí se activa y siento la necesidad de provocarte, fui muy duro ―nuevamente tensó su mandíbula hablando sin verme, solo escupiendo sus palabras antes de que fuera a arrepentirse―. Lo siento, solo espero que puedas aceptar mis disculpas y también quería que sepas que el puesto sigue siendo tuyo si lo quieres, pero entendería si fuera lo contrario ―notaba lo mucho que le costó poder abrirse conmigo, valoraba su esfuerzo de querer llevar las cosas en paz.

Bajo la AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora