Archer.
Aurora estaba en la entrada, sonriendo como si hubiera ganado la lotería, mientras yo me preparaba para ayudarla a quitar el papel periódico que cubría las ventanas de su nuevo local. Desde el día en que la vi con Peter, me juré a mí mismo que lucharía por enamorarla y que no dejaría que nadie más se la llevara. Hoy era su cumpleaños, pero decidí no abrir el consultorio para dedicarme a ayudarla. Había reservado este día para nosotros, aunque ella no lo sabía todavía.
—No puedo creer que hayas hecho todo esto por mí —dijo Aurora, con una emoción que era casi contagiosa.
—Tú lo vales —le respondí, tratando de no delatarme con mi sonrisa.
Empezamos por las ventanas, quitando el papel que bloqueaba la luz. A medida que despejábamos el espacio, la tienda cobraba vida.
No podía dejar de verla a ella, cada gesto suyo, cada sonrisa y cada chispa de emoción en sus ojos me recordaban por qué estaba dispuesto a luchar por ella contra quien sea, nadie la lastimaría de nuevo.
Mientras retirábamos el último trozo de papel, nuestras manos se rozaron. Sentí un cosquilleo recorrerme, y por un momento, Aurora y yo nos quedamos inmóviles, mirándonos. Quería besarla, pero en su lugar, me limité a sonreír y a desviar la mirada.
—Déjame mostrarte el resto —dije, tratando de recuperar la compostura.
La llevé por el local, enseñándole cada rincón como si estuviera entregándole una joya. La pequeña cocina, similar a la que teníamos en el consultorio, el baño, y finalmente, su futura oficina, decorada con muebles blancos que había elegido con cuidado.
Aurora irradiaba alegría. Sus ojos brillaban como los de una niña pequeña con un juguete nuevo. A cada paso que daba, su entusiasmo crecía. Me fascinaba observarla, y no podía dejar de pensar en lo afortunado que soy de compartir mi vida con la suya.
Nos detuvimos en el espacio más amplio, el que había diseñado específicamente para su trabajo de diseño y confección. Aurora dio un pequeño salto de alegría y me abrazó sin previo aviso. Mi corazón latió con fuerza contra mi pecho, y casi me atreví a abrazarla más fuerte. Pero me contuve. Todavía no era el momento.
—Esto es increíble, Archer. No sé cómo agradecerte —susurró contra mi hombro.
—No necesitas agradecerme. Solo quiero verte feliz —le respondí, deseando poder decirle mucho más.
Caminé hacia el mostrador donde había dejado una botella de champaña y dos copas. Era el momento perfecto para brindar.
—Vamos a celebrar —dije, sirviendo un poco de champaña en cada copa. Le ofrecí una a Aurora y levanté la mía—. Por un nuevo comienzo, y por nosotros.
Aurora sonrió y sus ojos se encontraron con los míos. Por un momento, el mundo se detuvo y todo lo que existía era ella y ese momento. Bebimos de nuestras copas, y un calor reconfortante se instaló en mi pecho.
—Solo te dejé una tarea por concretar, el nombre de la tienda —le dije tomando otro sorbo.
—Ya tengo una buena idea en mente —ella sonrió con complicidad.
Estaba a punto de decir algo más cuando Birdie entró corriendo por la puerta.
—¡Aurora! —gritó Birdie, corriendo hacia ella con los brazos abiertos.
Aurora se agachó para recibirla en un abrazo y Birdie se aferró a ella con toda su fuerza. No pude evitar sonreír.
—¡Feliz cumpleaños! —dijo Birdie, entregándole un dibujo colorido—. Somos tú, yo y papá.
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Bajo la Aurora
RomanceEn la vida de Aurora, todo comenzaba a desmoronarse. La despidieron del trabajo de sus sueños y sus anhelos de ser madre se desvanecieron. Desesperada por un cambio, decide mudarse a la ciudad más fría del mundo, refugiándose en la pequeña casa roja...