Son mi familia

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Aurora.

La boda había terminado, y el día siguiente lo tomé para descansar mi mente, o tal vez para seguir esclavizándola con pensamientos sobre Archer. Recordé las veces que hui cuando intentaba decirme algo, las veces que mis miedos me impidieron escuchar. Pero sabía lo que quería, y no podía seguir negándolo. Estaba molesta conmigo misma y también con él, porque todo era muy difícil.

Me levanté de la cama con una pesadez que no era solo física. La incertidumbre sobre lo que sentía hacia Archer me oprimía el pecho. Pero aún así, estaba lista para afrontar el trabajo, para enfrentar lo que fuera que el día tuviera para ofrecerme. Me vestí rápidamente, apenas sintiendo el frío del suelo bajo mis pies, y bajé a la cocina solo para comer una manzana. No tenía hambre, pero sabía que necesitaba algo en el estómago.

Saliendo de casa, caminé por mi habitual camino hacia el consultorio. Mis pasos resonaban en las calles desiertas, y mi mente estaba llena de pensamientos contradictorios. Esperaba ver a Archer allí, esperé ver su rostro, sus ojos suaves que siempre me han transmitido una mezcla de calma y tormento. Sentía que había algo entre nosotros que estaba a punto de estallar, pero no sabía si estaba lista para enfrentarlo.

―Aurora ―oí una voz familiar detrás de mí. Me detuve en seco y giré para encontrarme con Demian. Sostenía un ramo de flores en sus manos, y su expresión era seria, casi solemne.

―Demian ―intenté saludarlo, pero mi voz sonó más débil de lo que pretendía.

―Sé que pasó bastante tiempo ―dijo dando un par de pasos hacia mí.

―Así es ―respondí, recordando cómo él no volvió a llamar ni a buscarme después de nuestra última conversación.

―Estuve demasiado ocupado en el trabajo. Lo siento mucho, sé que quizás estas dolida ―continuó, extendiéndome las flores que tomé con cierta duda.

Lo miré a los ojos, tratando de entender qué era lo que realmente buscaba.

―No estoy dolida, tú eras libre de hacer lo que quisieras. Solo estaba sorprendida, eso ya no importa. Tú me caes bien, y quizás en otro momento de mi vida me habría aferrado a tenerte, pero ahora no es lo que estoy buscando.

Sentí que mis palabras eran como un balde de agua fría para él, pero sabía que tenía que ser honesta. Le devolví las flores, y él las tomó con una expresión confundida.

―Cuídate, ¿sí? ―añadí antes de seguir mi camino.

Dejé a Demian atrás, sin mirar atrás. Su presencia en mi vida se había desvanecido, y el hecho de que me hubiera olvidado de él durante tanto tiempo decía más de lo que cualquier palabra podría expresar.

Al llegar al consultorio mi mirada solo esperaba cruzarse con sus ojos verdes, pero no fue así. No estaba esperando en la recepción como de costumbre.

Tomé mi puesto sin darle demasiada importancia, probablemente tenía bastante trabajo en la oficina.

Al cabo de un rato, la puerta se abrió y sin disimulación giré mi cabeza para verlo salir, le sonreí instantáneamente, pero esa sonrisa comenzó a desvanecerse cuando Kirsty apareció detrás de él riendo de algo.

―Buen día, Aurora ―saludó el apenas volteando a verme. Acompañó a Kirsty hasta la salida.

―Buen día.

―Adiós, Aurora ―ella me saludó con la mano y se saludaron con un beso en la mejilla. Ambos sonriendo como idiotas.

Archer no volvió a mirarme, solo volvió a la oficina acomodándose la corbata como si nada hubiera pasado. Yo no sabía que había pasado. No quería saberlo.

Bajo la AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora