Con el corazón para ser escuchados

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Archer.

Habían pasado algunos días desde que salimos del hospital. No fue fácil, pero al menos estábamos juntos. Aurora, Birdie y yo habíamos encontrado una manera de seguir adelante, de convertir la tragedia en una nueva oportunidad. Ahora, las cosas parecían más brillantes, más llenas de vida. Aunque el proceso no fue sencillo, nos estábamos adaptando a nuestra nueva rutina, y esta casa comenzaba a sentirse como un hogar de verdad.

Hoy es un día especial. Nos mudamos definitivamente a la casa de Aurora, así que estábamos guardando las últimas cosas de Carson en cajas. Sus pertenencias han estado en su habitación desde que murió, y aunque Aurora siempre evitó moverlas, sabía que tarde o temprano este día llegaría. Ella insistió tanto en hacerlo, en darle a Birdie esta habitación. Y mi pequeña hija estaba emocionada porque esa habitación, la más bonita de la casa según Aurora, sería su nuevo espacio para soñar. Desde el balcón, se podía ver el patio, el cielo y, con suerte, algunas auroras boreales.

—Cuando se seque la pintura de las paredes, iremos a comprar todo lo que quieras para que tengas la habitación de tus sueños —le dijo Aurora a Birdie con una sonrisa mientras cerrábamos las últimas cajas—. Te haré nuevos vestidos también. Lo repondremos todo, te lo prometo.

Podía ver como Aurora hablaba con sinceridad y melancolía a la vez, pude verla guardando algunas fotos de Carson, insistí en que Birdie podría dormir en la habitación de George, pero ella no quiso, quería un cambio rotundo, nuevas oportunidades y comenzar por sobrellevar la muerte de su hermano y abuelo, llego a la conclusión de que era lo mejor para ella y yo la apoyé como lo haré el resto de mi vida, si ella me deja.

—Gracias, Aurora —Birdie sonrió y corrió a abrazar a Aurora con felicidad.

Desde el otro lado de la habitación, observé cómo se abrazaban, y sentí una oleada de gratitud por tenerlas a ambas en mi vida. Me acerqué y besé la frente de cada una, sellando ese momento en mi memoria.

Todo lo malo que había pasado nos había llevado aquí, y aunque a veces parecía apresurado, Aurora y yo habíamos decidido vivir juntos luego de muchas charlas. Fue una decisión conjunta, y aunque inesperada, nos llenaba de emoción y esperanza.

Me puse manos a la obra para pintar la habitación. El color rosa era el favorito de Birdie, y quería que se sintiera completamente a gusto en su nuevo espacio. Mientras la brocha cubría las paredes, pensé en lo mucho que habíamos pasado para llegar a este punto. Las heridas de Aurora todavía no estaban del todo sanas, pero estábamos construyendo algo juntos, algo fuerte y sólido. Las noches que había pasado en su cama, sintiendo su calor a mi lado, me habían confirmado lo que siempre supe: ella era mi hogar, y junto a Birdie ahora éramos una familia real.

Cuando pasé las ultimas pinceladas de pintura, fui hasta la habitación de Aurora, más bien nuestra de ahora en más, donde ella estaba junto a Birdie haciendo espacio en el armario para mis futuras cosas.

—Tengo que salir a comprar algo que olvidé —dije, intentando sonar casual, que no notaran que mentía. Ellas me miraron extrañadas, pero rápidamente aceptaron y siguieron con lo suyo mientras charlaban.

Toqué el bolsillo trasero de mi pantalón asegurándome de que todo lo que necesitaba estaba allí. Salí de la casa con nerviosismo, dirigiéndome al lado contrario de la pinturería, iba a un lugar más serio que no visitaba hace mucho tiempo, me sentía avergonzado por ello, pero me sabia el camino casi de memoria. Mientras caminaba algunas cuadras, pensaba y repasaba en mi mente lo que debía decir.

Cuando llegué al lugar, me paré sobre el césped y las dos lapidas frente a mí, Carson Clemonte y George Clemonte, uno al lado del otro, rodeados por flores que George siempre amó. Respiré profundamente, nervioso, pero determinado a lo que iba a hacer.

Bajo la AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora