Aurora.
Desperté con una resaca que me hacía explotar la cabeza. Al abrir mis ojos noté que no era mi habitación. Salté de la cama sobresaltada y preocupada por no recordar como llegué aquí.
Posé mis ojos en el porta retrato de la mesa de noche, una fotografía de la pequeña Birdie y Archer. Respiré un poco más tranquila de saber que al menos no me habían raptado, esta era la habitación de Archer.
La recorrí con mis ojos, cada foto de su pequeña hija, el orden era su don, todo estaba correctamente alineado. Las camisas acomodadas por colores al igual que las corbatas, al acercarme un poco más a ellas pude sentirlo, su aroma amaderado y fresco era digno de atesorar.
Había sido tan ordenado desde niño, siempre lo dejé ordenar mi habitación, era algo que él amaba y yo aborrecía.
Me tomé la pastilla que estaba en el escritorio y la pasé con agua, había sido muy atento de su parte, la necesitaba.
Acomodé su cama un poco, y me preparé mentalmente para bajar con mis zapatos en la mano, los pies me dolían demasiado.
Al abrir la puerta y caminar en puntas de pie para no ser oída por Birdie, no pude dejar de observar lo bonita que se veía esta casa remodelada por Archer. Cuando éramos niños estaba cayéndose a pedazos.
Bajé las escaleras con calma, pero no me esperé que Birdie y su padre voltearan hacia mí en cuanto mis pies tocaron el piso, ambos desde la cocina.
—Aurora, buenos días —Birdie corrió a mi esbozando una sonrisa de oreja a oreja.
—Buenos días pequeña —traté de sonreírle amistosamente mientras amarraba mi chaqueta y no quedara rastro del diminuto vestido debajo de esta.
—Buen día —Archer se rio mientras dejaba un plato de hotcakes sobre la mesa.
—Buen día —lo miré buscando alguna complicidad. No quería que Birdie me viera de esta forma o bajando de la habitación de su padre.
—Siéntate a desayunar, Birdie los hizo con mucho esfuerzo. Créeme —él se rio de la pequeña que rodaba los ojos.
—Por eso se ven tan deliciosos —mencioné chocando la mano con ella.
Hicieron que me ría, obedecí y me senté al lado de Birdie. Archer volvió a la cocina y trajo tres tazas a la mesa, puso su café amargo frente a él, chocolate caliente frente a su hija y algo avainillado que olía delicioso frente a mí. Lo miré extrañada pero feliz de recibir esta atención. Los tres comenzamos a servirnos a nuestra elección.
—Esta mañana pasé por la casa de Sussy y Max, ella se llevó tu bolso por accidente, pero descuida, fui a recogerlo. Por eso tuviste que pasar la noche aquí —me explicó el mientras untaba mermelada.
—Es cierto, lo había olvidado. Siento muchísimo que hayas tenido que hacer todas esas cosas —me disculpé con pena. Estaba avergonzada de que me haya vuelto a ver tan ebria como cuando éramos adolescentes. No supe medirme y me sobrepasé por la situación.
—Descuida, no fue nada —me sonrió de lado y bebió su café.
Terminé de beber mi taza de lo que parecía ser un latte con un toque de vainilla, mi favorito. Archer siempre había sido observador, pero no imaginé que recordaría mi bebida favorita. Esa atención a los detalles me conmovió más de lo que quería admitir, y no pude evitar sonreír mientras Birdie seguía hablando sobre lo difícil que era hacer hotcakes.
Observé a Archer desde mi lugar, notando cómo se movía con una calma que, en otro tiempo, habría encontrado desesperante. Ahora, sin embargo, esa serenidad me brindaba un inesperado consuelo. En silencio, me pregunté cuántas veces había imaginado algo como esto para mi vida. Los niños, el amor, la casa grande y ruidosa.
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Bajo la Aurora
RomanceEn la vida de Aurora, todo comenzaba a desmoronarse. La despidieron del trabajo de sus sueños y sus anhelos de ser madre se desvanecieron. Desesperada por un cambio, decide mudarse a la ciudad más fría del mundo, refugiándose en la pequeña casa roja...