Aurora.
Estaba cansada de los hombres, luego de pasar la noche enfadada con Archer por estar saliendo con Kirsty sin decírmelo.
Antes de ir al trabajo hoy compré helado de frutas para la pequeña Birdie, deslactosado sin azúcar. No estaba segura de que sabría bien, pero sé que le causaría ilusión.
Salí de casa y caminé unos cuantos pasos hasta su casa. Toqué la puerta y él no tardó en abrirme, reprimí todas mis emociones cuando lo vi delante de mí sin camiseta, solo traía unos clásicos pantalones de trabajo. Su cabello mojado caía sobre su frente, no era su peinado, pero aun así le quedaba bien, su aroma recorrió mis fosas nasales sin permiso.
―Aurora ―él me sonrió sorprendido.
―Hola ―contesté indiferente―. Solo vengo a ver a Birdie ―pasé a su lado sin más. Él tampoco preguntaba antes de entrar a mi casa.
Subí las escaleras y toqué la puerta de la pequeña antes de entrar, al abrirla ella estaba en cama aún acobijada.
―Hola, pequeña ―me acerqué y le di un beso en la frente.
―Hola Aurora, te extrañé ―dijo ella a lo que sonreí con dulzura, no nos veíamos hace tal vez doce horas.
―Y yo a ti cariño. Te traje helado, descuida, este si lo puedes comer. Aunque no puedo cerciorarme de que sea rico ―le susurré mientras dejaba el bote en su mesa de noche.
―Gracias Aurora, me lo comeré enseguida ―me senté en el borde de su cama y le acomodé un mechón de cabello.
―¿Cómo te sientes? ―le pregunté con sinceridad, se veía aún mejor que ayer.
―Me siento de maravilla, ya le dije a papá que podría ir a la escuela mañana.
―Y yo te dije que no sucederá. Tal vez la próxima semana, cielo ―Archer habló detrás de mí, haciéndome sobresaltar. Ahora si llevaba camiseta y estaba recostado en el umbral de la puerta.
―Está bien ―ella se resignó con una mueca y yo sonreí.
―Bueno ya debo irme, pero volveré, pequeña ―le dije volviendo a darle un suave beso en la frente.
―Está bien, aquí te esperaré, encerrada en prisión ―fingió dramatismo y yo me reí de la pequeña artista.
Archer me siguió por el camino hasta la entrada.
―Espera ―el detuvo la puerta para que aún no pudiera salir. Me di la vuelta para mirarlo y parecía resignado.
—¿Qué sucede? —le pregunté, intentando mantener la compostura mientras lo miraba.
Sabía que no podía permitirme dejar que mis emociones me traicionaran, no delante de él.
Archer me observó por un momento, como si estuviera tratando de descifrar algo en mi rostro. La tensión entre nosotros era palpable, y aunque intentaba actuar con indiferencia, sentía cómo mi corazón latía más rápido bajo su mirada.
—Sé que algo te molesta —dijo finalmente, con un tono suave pero firme—. Aurora, no tienes que ocultarlo. Si hay algo que necesites decir, hazlo.
Quise soltar una risa sarcástica, pero me contuve. ¿Decirle lo que realmente pensaba? ¿Decirle que estaba celosa de Kirsty? Que me dolía más de lo que debería porque, en el fondo, sentía algo por él. No, no podía hacerlo. Jamás me lo permitiría.
—No es nada, Archer —respondí, sacudiendo la cabeza—. Sólo estoy cansada, eso es todo.
—¿Cansada de qué? —insistió, dando un paso más cerca de mí. Su cercanía me desestabilizó un poco, pero me mantuve firme.
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Bajo la Aurora
Любовные романыEn la vida de Aurora, todo comenzaba a desmoronarse. La despidieron del trabajo de sus sueños y sus anhelos de ser madre se desvanecieron. Desesperada por un cambio, decide mudarse a la ciudad más fría del mundo, refugiándose en la pequeña casa roja...