Como en sus brazos

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Aurora.

Estaba en medio de una crisis de actividades, tratando de asegurarme de que todo estuviera perfecto antes de que Demian llegara. A pesar de que nuestra primera cita había ido bien, sentía la presión de causar una buena impresión esta noche.

El reloj seguía avanzando y yo corría de un lado a otro de mi pequeña sala de estar, ajustando detalles aquí y allá.

Empecé por esconder las cajas de la comida que había pedido. No quería que Demian supiera que no cocinaba, al menos no todavía. Las apilé en el armario de la cocina, tratando de que no se vieran demasiado desordenadas.

Me dirigí al mueble del salón y saqué una botella de vino tinto que había comprado especialmente para la ocasión. Coloqué la botella en la mesa junto a dos copas que había pulido hasta dejarlas impecables. Me aseguré de que el ambiente estuviera acogedor, con luces suaves y por supuesto la chimenea lista para deslumbrar.

Finalmente, me miré en el espejo del pasillo, alisando las arrugas de mi vestido negro. Era sencillo pero elegante, y esperaba que fuera adecuado para la noche que tenía en mente. Ajusté el collar que llevaba, intentando tranquilizarme.

El timbre sonó justo cuando estaba terminando de acomodar el dobladillo del vestido. Mi corazón dio un vuelco, y me dirigí a la puerta, tratando de mantener la calma, tomando una última respiración profunda antes de abrir.

Demian estaba ahí, con una sonrisa que hacía que mi ansia se desvaneciese un poco. Traía consigo otra botella de vino y un ramo de flores, lo que me hizo sonreír.

—Buenas noches, Aurora —dijo entregándome las flores y la botella—. Espero que no sea un problema si traigo más vino.

—Para nada, supongo que nunca es suficiente —respondí pareciendo alcohólica—. Pasa, siéntete como en casa.

Demian entró y me dio un beso en la mejilla, lo que me hizo sentir más calmada. Lo seguí al salón, donde él se detuvo para admirar el ambiente que había creado.

—Vaya, esto se ve increíble —comentó, mirando la mesa y las luces suaves—. Has hecho un trabajo maravilloso.

—Gracias —dije sintiéndome orgullosa de mis esfuerzos—. ¿Te gustaría una copa de vino antes de cenar? —deje las flores en un florero cerca de las que me regalo esta mañana.

—Me encantaría —respondió Demian, sentándose en el sofá.

Abrí la botella de vino y vertí dos copas, entregándole una a él antes de sentarme a su lado. Levantamos nuestras copas en un pequeño brindis, y en ese momento, sentí que todo el estrés y la tensión del día se desvanecían. Estaba lista para disfrutar de la noche y, con suerte, conocerlo mejor.

A diferencia de Archer, Demian tenía un don para llevar las cosas con calma y a donde lo quería.

—Así que, ¿cocinas a menudo? —preguntó, mirando hacia la cocina.

Sentí un nudo en el estómago y esperé que no se notara mi nerviosismo.

—Bueno, intento hacerlo cuando puedo, pero hoy quería algo más especial y... —traté de encontrar una excusa convincente.

—No te preocupes —dijo levantando una mano para calmarme—. Yo también pido comida a domicilio más de lo que me gustaría admitir, pero debo reconocerte la buena elección. Las papas bravas de Stiky son las mejores —hasta supo donde pedí la comida, era demasiado observador.

Nos reímos, y sentí que un peso se levantaba de mis hombros. Decidí ser honesta y disfrutar de la velada sin preocupaciones.

—Creo que a veces me esfuerzo demasiado por impresionar —admití, mirándolo a los ojos.

Bajo la AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora