Una oportunidad

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Archer.

Aurora me relevó forzosamente de la habitación de Birdie para que yo pudiera refrescarme y cambiarme la ropa en casa.

El doctor dijo que todo estaba yendo bien y podríamos volver a casa hoy, nada me daba más alivio que traer a mi hija a casa a salvo.

No sabía si hubiera podido mantener la calma sin Aurora allí, sin su ayuda con Birdie, su atención a las cosas y su preocupación en mi hija.

Me apresuré para volver al hospital, no quería estar en casa sin mi hija, no volvería hasta que no fuera con ella.

Al llegar hasta la habitación donde aún la mantenían en observación, mi corazón se ablando por completo al ver a Aurora abrazando a Birdie mientras descansaban en la camilla juntas. Sabía lo cansadas que estaban, todos lo estábamos.

Se me escapó una sonrisa emocional, la escena me conmovía demasiado.

Birdie no paraba de preguntar o hablar sobre Aurora ni un segundo. Aurora había tratado a Birdie con tanta dulzura y cercanía desde el primer día, aun sin saber que era mi hija. Se querían muchísimo y nada me hacía más feliz que compartir el amor por esa pequeña niña.

No quise despertarlas así que cerré la puerta y me quedé afuera. Mi mente estuvo cegada desde que me enteré que Birdie estaba en el hospital, no había tenido tiempo de ver que Kirsty había llamado. Mierda.

―Hola, extraño ―respondió ella en la línea.

―Hola, lo siento muchísimo. Ayer operaron a Birdie por apendicitis. No tuve tiempo de avisarte para que le avisaras a tu hermano ―dije pasándome una mano por el cabello con frustración.

―Oh Archer. ¿Como esta ella?

―Ya está bien, probablemente volveremos a casa hoy.

―Me alegra muchísimo. Descuida, le diré a mi hermano que te contacte en algunas semanas. Necesitas tiempo para ella ahora.

―No, por favor. No quiero que me roben la propiedad. Estoy listo para firmar, estaré en casa pronto.

―Está bien, se lo dire.

―Gracias Kirsty.

Nos despedimos y corté. Tenía suerte de conocerla y que su hermano me haya podido reservar una nueva propiedad que había estado anhelando.

Estuve días contactando diseñadores de interiores y constructores. El lugar necesitaba trabajo, pero cuando estuviera listo se vería precioso.

Caminé a la cafetería y compré un café para mí y otro para Aurora. Probablemente algún doctor debía pasar a revisar a mi hija por última vez antes de dejarnos ir.

Al volver a la habitación, aun se encontraban unidas, pero debía romper la imagen. Dejé el café en la mesa y toqué el hombro de Aurora con suavidad hasta que despertó somnolienta.

―Siento despertarte, pero el doctor llegara enseguida. Te traje café ―le dije mientras ella se paraba cuidadosamente para no despertar a Birdie. Aceptó el café con gusto y como había dicho, el doctor entró en el momento que mi hija comenzó a espabilar.

Todos los exámenes habían salido bien, ya podíamos volver a casa.

Llevé a mi hija hasta el auto, estaba mucho mejor, pero aun cansada. Me obligó a comprarle tres osos de peluche antes de volver.

Aurora subió de copiloto y así comencé a conducir hasta nuestro hogar. El peso en mi pecho había desaparecido, saber que mi hija está bien es lo único que me interesaba.

Bajo la AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora